C A P Í T U L O 32

160 20 3
                                    

E V A N G E L I N E.

El aire ya comenzaba a tomar una temperatura más fría. El viento, el cielo, mis labios. No, no lo deseaba, no lo recomendaba, no lo quería; o tal vez sí. Era confuso. Para mí, para él. Pero sonreía de igual forma, debía hacerlo, quería hacerlo. Verlo parado ya en el aeropuerto, notándose que había pasado horas, tal vez días planeando como vestirse para no parecer tal vez de 30 años mayor. Su madre, por dios, también estaba su padre, nuestros amigos. Pero no podía estar tan feliz como deseaba estarlo. No lo recomendaba, no lo quería.

¿Te vas así, tan de pronto? ¿Por qué me dejas? ¿Por qué quieres irte? ¿Está bien culparte por querer triunfar?

— ¿Por qué tan callada? —cuestionó Louis, mientras observábamos un poco alejados, como Maura revisaba que Niall llevara todo.

Ya no va a estar aquí.

—Está avanzando. —Contesté sonriendo a medias.
Arregle un mechón de pelo que me molestaba al ver el suelo.
—Pero no dejaré que se vaya con una mala imagen de su novia ¿No crees? —Reí otra vez, esquivando y esquivando mi pena. Golpeé mis mejillas y mire a Niall. No pude evitar sonreír desde el alma.

—Evangeline, ven por favor. —llamó mi atención Niall al corresponder mi mirada.

Avancé encantada, pero a la vez dolida.
Te voy a extrañar mi cielo.

—Te voy a extrañar cielo. —Solté después de pensarlo. Era lo más verdadero que estaba pensando.

Lo abracé. Amaba hacerlo, y escondí mi rostro en su cuello.
—No sabes cómo me duele, pero debes hacerlo quiera yo o no.
—Lo sé. —Respondió mirando más allá. —Pero cuando vuelva, corresponderemos esa promesa en la lluvia y, seremos un siempre mi Evangeline. Seré el mejor por ti, y volveré, por ti.

"¡Déjamelo!" Exclamaba mentalmente, a un algo que lo dejara en mis brazos. "Es la otra punta de mi hilo, la mitad de mi alma, media naranja, compañero..., es mi él."

—Estoy feliz por ti Niall. Saca muchas fotos, conoce lugares y habla mucho de mí para que tus amigos nuevos no me encuentren rara al conocerme por primera vez, porque... ya sabes... como... soy... —mis palabras se cortaron; lloraba—casi te mato la primera vez que me acerqué a ti... y-y aún te traigo desgracias. —Mis narices congestionadas hacían mi voz más aguda al llorar. —Pero no sabes lo agradecida que estoy porque, aunque te hayas rendido a negarte a mí, me diste un pedazo de tu vida. Gra-gracias. —Terminé diciendo antes de abrazarlo con todas mis fuerzas.

Lo amaba de una manera indescriptible.

Pasajeros con vuelo a Londres, abordar la plataforma trecientos doce. El vuelo saldrá en cinco minutos.

No.

—Es hora. —suspiró hacia él.
— ¡Ese es mi hijo! —celebró Maura.
— N-n.. Niall, p-po-po- podrás hacerlo m-mi hijo... —Era su padre. Sentado en su silla y acompañado por Maura, se acercaron al ojiceleste.

Lloraban sus padres, mientras alentaban a su ave a salir, por fin, de su nido. Y Niall sabía reconocerlo. Se veían felices, y estaban en lo correcto, Niall iba a estudiar medicina en una de las mejores universidades de Inglaterra, viajaría al extranjero para hacerlo, y lo estaba haciendo completamente solo. Era un orgullo. Y también lo era para mí..., pero no quería. Tal vez que se quedara días, minutos, segundos.


Se despidió de Elena, Liam, Harry, de mis padres y por último miró a Louis, quien en unas semanas más se iría con Elena a la capital, a vivir en la verdadera ciudad. Él a estudiar como becado y ella, a vivir como siempre lo quiso, libre.

—Online nena, seguiremos jugando online. —rió Louis antes de que se abrazaran fuerte, admitiéndose uno al otro que se extrañarían.

Fue en ese momento que lo vi soltar una lágrima.
¿Estás contento mi sol?

Y fue mi turno. Y las lágrimas aún no paraban. Y me miraba.
—Promete que me llamarás, que me vas a escribir, y que... no dejaras de amarme nunca. —exigí llorando.
—Mi amor sobrepasa el tiempo querida Evangeline.

Lloré peor.
—Te amo tonto.
—Yo también pecosa.

Fue tomando su maleta de apoco sin dejar de mirarme. Y cuando ya la tuvo derecha en sus manos.

Me besó.
Y el suelo ya no estaba, y mi cuerpo no lo sentía.
Mi corazón lloraba.
Sonreía.

Pasase lo que pasase, el estaría bien, y eso era un gran porciento a mi felicidad.





Cuando subió al avión no pude evitar cerrar los ojos e imaginarlo a mi lado, mal humorado, tal vez. Pero conmigo, con sus manos heladas en las mías.




Estaba ansiosa por que leyeran

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Estaba ansiosa por que leyeran.

"En tres pasos" (N.H)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora