Sacrificio

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La batalla se desataba como una tormenta indomable. La tripulación de los Sombrero de Paja estaba rodeada, atrapada en una isla donde el enemigo, un almirante renegado y su escuadrón de despiadados cazadores de piratas, los había emboscado. Zoro, con sus espadas empuñadas, se colocó al frente, como siempre.

Los Sombrero de Paja luchaban con todo lo que tenían, pero el enemigo parecía interminable. Luffy, a pesar de su inagotable energía, ya comenzaba a tambalearse por el esfuerzo. El almirante, un hombre imponente con una sonrisa cruel, estaba centrado en él.

—Tú eres el rey al que quieren todos estos peones —dijo el enemigo, apuntando a Luffy—. Será un placer aplastar tus sueños frente a ellos.

Zoro sintió un calor furioso brotar en su pecho. Luffy era mucho más que un capitán para él; era un amigo, un líder cuya voluntad había transformado su vida. Luffy nunca debía caer.

—No lo tocarás mientras yo esté aquí —gruñó Zoro, avanzando hasta colocarse entre Luffy y el almirante.

El enemigo río, desenfundando su gigantesca arma. —¿Estás dispuesto a morir por él?

Zoro no dudó. Miró a Luffy por un instante, recordando todas las veces que su capitán había dado todo por la tripulación. En sus ojos, había gratitud, determinación y una tranquilidad casi aterradora.

—Luffy... —murmuró—. "Una eternidad esperé este instante, y no lo dejaré deslizar...".

Luffy lo miró, confuso.

—Zoro, ¿tú qué...?

Pero antes de que pudiera terminar, Zoro cargó contra el almirante con toda su fuerza. Las espadas brillaron bajo la luz del sol, y su técnica, aquella que había perfeccionado tras años de entrenamiento, cortó el aire. El impacto fue monumental, sacudiendo la tierra.

La pelea fue feroz. Zoro logró herir gravemente al almirante, pero cada golpe recibido drenaba su fuerza. Finalmente, cuando el enemigo cayó de rodillas, derrotado, Zoro también colapsó. La sangre brotaba de una herida mortal en su pecho.

Luffy corrió hacia él, arrodillándose a su lado.

—¡Zoro! ¡Resiste, por favor! Sanji, Chopper, alguien, ¡ayúdenlo!

Pero Zoro tomó la muñeca de Luffy con una fuerza sorprendente, deteniéndolo.

—Luffy... —dijo, con una voz entrecortada pero firme—. "Toma de mí, toma de mi carne..." Este es mi papel. Yo te protejo, siempre.

Luffy negó con vehemencia, las lágrimas cayendo por su rostro.

—No digas eso, Zoro. No puedes... no puedes dejarme. ¡Eres parte de mi sueño!

Zoro esbozó una sonrisa. Sus ojos, aunque pesados, brillaban con orgullo.

—Tu sueño es más grande que cualquier sacrificio. "Tómate el tiempo en desmenuzarme, entre capitanes...". No te detengas, capitán. Llega al final del Grand Line. Llega hasta el One Piece.

Luffy apretó los dientes, sabiendo que Zoro estaba más allá de cualquier ayuda. La tripulación se reunió alrededor, todos con expresiones desoladas. Nami lloraba abiertamente, Sanji miraba hacia otro lado para ocultar su dolor, y Chopper temblaba mientras trataba de contener las lágrimas.

Zoro miró al cielo, exhalando un suspiro final mientras murmuraba:

—"Una eternidad esperé este instante... y no lo dejaré deslizar."

Y entonces cerró los ojos, su sonrisa todavía en su rostro. La batalla había terminado, pero la victoria tenía un precio devastador. La bandera de los Sombrero de Paja ondeaba en el viento, ahora como un símbolo del sacrificio de un hombre que dio todo por su capitán y sus amigos.

La noche cayó sobre la isla. Los Sombrero de Paja permanecieron en silencio alrededor del fuego, incapaces de encontrar palabras para llenar el vacío que Zoro había dejado. Robin, con una mirada serena pero dolorida, rompió el silencio:

—Zoro sabía lo que hacía. No sólo luchó por ti, Luffy. Luchó por todos nosotros.

Luffy asintió, aunque su mirada estaba fija en el horizonte. Dentro de él, una furia y una determinación ardían como nunca antes. Recordó las palabras de Zoro, cada sacrificio que había hecho por ellos.

—"El dolor es veneno, y no lo sentirás hasta el fin" —murmuró Luffy, como si hablara consigo mismo. Luego levantó la cabeza, sus ojos brillando con resolución—. Zoro no murió para que nos detuviéramos. Seguiremos adelante, no importa cuán duro sea. Por él.

La tripulación asintió en silencio. Nami colocó una mano sobre el sombrero de paja de Luffy, un gesto de apoyo. Sanji exhaló humo de su cigarro, su mirada fija en las llamas del fuego.

—Lo honraremos a nuestra manera —dijo Sanji, su voz firme—. Pero no dejaremos que esto nos rompa. Eso es lo último que Zoro habría querido.

Franky comenzó a trabajar en un pequeño memorial improvisado para Zoro, utilizando madera de un barco enemigo destruido. Mientras tanto, Brook tocaba una melancólica melodía en su violín, su música mezclándose con el sonido del viento.

A la mañana siguiente, la tripulación se preparó para zarpar. Franky había colocado el memorial en la proa del Thousand Sunny, un recordatorio constante del sacrificio de Zoro. Luffy se detuvo un momento frente a él, colocando su sombrero en su pecho como un gesto de respeto.

—Zoro, vamos a cumplir tu voluntad —dijo en voz baja—. Te lo prometo.

El barco partió, cortando las olas con un propósito renovado. En el horizonte, el sol ascendía, bañando al mar en tonos dorados. El sueño de Luffy seguía vivo, ahora más que nunca, impulsado por la memoria de su fiel espadachín.

One Zolu ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora