(Es mi primera vez escribiendo omegaverse ok?)
—Los matrimonios forzados son una mierda... —dijo Zoro con voz ronca, mientras daba otro trago a su vaso de whisky, los nudillos firmes en la barra del bar.
—¿Qué? —Sanji giró hacia él, sorprendido—. ¡Bro! ¿Te vas a casar con una de las mujeres más lindas del país y te estás quejando? ¡No te entiendo!
La música del fondo seguía sonando, pero Zoro solo miraba al vacío. Su camisa semiabierta dejaba ver su cuello marcado por las tensiones del día... y de los años.
—¿Y qué importa si es hermosa? —dijo, girándose lentamente hacia su amigo, la mirada pesada—. Al final de cuentas... no es a quien amo.
Sanji guardó silencio. Por primera vez en años, no tuvo una respuesta lista. Lo conocía demasiado como para no notar lo jodido que estaba.
Zoro lo supo desde pequeño. Su vida estaba planeada como si fuera un guion. Nació en una familia tradicional de élite, y aunque era un alfa —teóricamente con el poder de decidir por sí mismo— sus padres dirigían cada paso que daba. Desde qué ropa usar hasta qué carrera estudiar, todo era decidido por ellos. Zoro había nacido con una maldita etiqueta: "alfa perfecto". Desde joven fue preparado para heredar la empresa familiar, siempre obediente, siempre correcto. Tenía una carrera estable, un puesto alto en una firma de seguridad privada, una casa elegante, y... un matrimonio arreglado desde los 23. Zoro venía de una familia poderosa. Su apellido pesaba, su imagen era admirada, A los 27 ya era jefe de operaciones de una importante firma de seguridad internacional.
Pero nadie sabía que lo único que no podía controlar... eran sus sentimientos por un omega que lo había dejado sin explicación cinco años atrás.
Pero nadie sabía lo que pasaba cuando se quitaba el uniforme.
Ni que había alguien a quien todavía recordaba con furia y deseo: Luffy.
Años atrás, cuando aún eran universitarios, se conocieron en la clase de química avanzada. Zoro estaba concentrado resolviendo una fórmula cuando alguien se dejó caer junto a él.
—¿Tienes lápiz? —preguntó una voz alegre.
Zoro ni lo miró.
—Toma.
—Gracias, pelo de alga.
—¿Qué dijiste?
—Nada. Gracias por el lápiz —sonrió Luffy, descaradamente. Era un omega con alma de terremoto: hablador, caótico, extrovertido. Nada que ver con el mundo de Zoro, donde todo era silencioso y recto.
Ese día, Luffy apostó con Nami, su mejor amiga:
—Oye, ¿ves al peliverde ese? —dijo mientras comían en la cafetería.
—¿Zoro? Buena suerte, ese tipo parece un robot.
—Lo hago enamorarse en una semana. Y si no, te pago 2.000 berries.
—Hecho.
Pero Luffy no solo ganó la apuesta. Ganó más. Porque Zoro cayó. Y cayó fuerte.
Por un mes entero, salieron a escondidas, se escapaban de clases, bebían en los parques, se besaban en baños públicos. Zoro empezó a sentirse libre por primera vez en su vida.
Pero justo cuando estaba dispuesto a enfrentarse a sus padres, Luffy desapareció. Una nota simple: "Tuve que irme. No me olvides."
Cinco años después, Zoro tenía una boda civil en tres semanas con Hiyori. Su familia estaba feliz. Todo estaba planeado. Hasta que un número desconocido lo llamó.
—¿Zoro?
Su corazón se detuvo.
—Luffy...
—Estoy en Japón. ¿Nos vemos?
Se citaron en un bar discreto. Cuando Zoro lo vio entrar, su mundo se cayó. Luffy ya no era el mismo chico despreocupado: estaba más delgado, con ojeras, y una cicatriz nueva en la ceja... pero su sonrisa seguía igual.
—Lamento desaparecer tantos años. —dijo Luffy, sentándose frente a él.
—No importa... lo que importa es que ahora estás aquí. ¿Te sientes bien?
—Claro... brindemos por ti y tu esposa —dijo con malicia.
Zoro supo lo que iba a pasar antes de que ocurriera: su celo se activó.
Terminaron en casa de Luffy. Entre ropa rota, jadeos y besos desesperados, Zoro lo marcó sin pensar.
Y todo cambió.
Zoro canceló la boda. Al principio fue un caos: sus padres gritaron, los medios lo acosaron, su imagen se manchó. Pero algo inesperado sucedió.
Su madre, una mujer siempre dura, pidió hablar con él a solas.
—¿Estás enamorado de él?
Zoro tragó saliva. Asintió.
—Entonces hazlo bien —dijo ella—. No te escondas. No huyas. Haz que valga la pena haber roto todo esto.
Zoro se quedó en silencio. Su madre nunca había sido afectuosa. Pero en ese momento, sintió el peso de algo que jamás imaginó: su apoyo.
Y, con los días, su padre también bajó la guardia. No lo dijeron con palabras, pero lo aceptaron.
Un año después, Zoro y Luffy se casaron en una ceremonia pequeña pero honesta. Hubo risas, lágrimas y sake de sobra.
Tiempo después nació su hijo: Luhiso, mezcla perfecta entre la fuerza de Zoro y la luz de Luffy.
Y fue años más tarde, una mañana cualquiera, cuando Luffy lo peinaba frente al espejo, que soltó la verdad:
—¿Sabes algo gracioso, Luhiso? Todo esto empezó como un plan.
—¿Qué plan? —preguntó el niño, curioso.
—Tu papá era el tipo más cerrado, serio y amargado de la universidad. Así que hice una apuesta para hacerlo caer por mí. Y lo logré. Pero cuando me fui... no lo saqué de mi cabeza ni un solo día. Volví por él. Hice que me marcara a propósito. Quería quedármelo.
—¿Él lo sabe?
—Aún no. Pero no importa. Porque al final... ya no es un plan. Era porque estaba obsesionado
Luhiso sonrió. Miró su reflejo en el espejo, luego a su madre.
—Yo también quiero obsesionarme con alguien así de fuerte.
Luffy rió.
—Solo recuerda hacerlo por amor... no por apuestas.
(quieren un capitulo donde explico su gogogo y las conversaciones que tuvieron?)
ESTÁS LEYENDO
One Zolu Shots
Teen FictionCada shot es algo diferente y complejo. Solo se explora el ship Zolu y entre shots una miga de Zosan Puesto #6 en #zoroxluffy (23/05/25) Puesto #3 #luffyxzoro (08/10/25)
