One Zolu Shots

Ojos tristes

(Luzo shot)

-Creo que la distancia es el mejor remedio para aquellos enamorados que no saben lo que sienten o asi me siento yo. Tratando de aclarar aquellos sentimientos tan confusos que tengo hacia ti....- Mire al techo, creyendo que este me traeria alguna respuesta- Mi amado Luffy...

-¿Como una persona que sabe lo que siente termina dudando de aquello que siente?- Comento un azabache recostado en el vientre de su amiga peliroja- No lo se Luffy... solo se que dañaste a aquel joven que daba todo por ti

....

Ya pasaron dos años Luffy, todavia te pienso como el primer dia que te vi en aquel entrenamiento de baloncesto. Pense al principio- ¿Que le ven de atractivo a semejante estupido?- No lo sabia en ese momento pero aquel estupido que su personalidad gritaba que estaba bien emocionalmente no lo estaba. No crei que estuvieras tan enfermo

-¡ZOROOOO!- Llamo el Monkey

- ¿Que pasa mi amor?

-Estoy triste, mis padres volvieron a golpearme- Zoro lo miraba con cara de trsiteza "El muchacho de los ojos tristes no tiene ninguna razon"

Zoro lo abrazó con fuerza. La habitación estaba en penumbras, solo la luz tenue de la luna se filtraba por la ventana, proyectando siluetas largas sobre las paredes. Luffy temblaba entre sus brazos, no por el frío, sino por todo lo que guardaba en silencio.

—¿Recuerdas cuando me tiraste agua en la cara el primer día de clase porque dije que el basquet era aburrido? —preguntó Zoro, con una leve sonrisa melancólica.

Luffy asintió, aún sin despegarse de su pecho.

—No te soportaba —murmuró.

—Lo sé. Pero igual me mirabas cuando creías que no me daba cuenta.

El silencio se hizo espeso. Luffy cerró los ojos. Ese recuerdo dolía... pero también le hacía sonreír un poco. Aquellos días en los que su caos todavía parecía manejable, cuando aún creía que podía fingir ser feliz y nadie lo notaría.

—¿Y tú? —preguntó Luffy en voz baja— ¿Cuándo supiste que me amabas?

Zoro respiró hondo. Su pecho se alzó lentamente mientras pensaba en esa respuesta que nunca había dicho en voz alta.

—Cuando te vi llorar detrás del gimnasio, solo, apretando los puños como si quisieras desaparecer. Nadie te vio... pero yo sí. Y no pude mirar a otro lado después de eso.

Luffy se quedó quieto. Aquella vez había sido después de otra pelea en casa. Llegó a la escuela con el labio roto y la voz temblorosa. Inventó que se había caído en la ducha. Nadie preguntó nada. Excepto Zoro.

—¿Por qué no te alejaste como todos? —dijo Luffy—. Habría sido más fácil.

Zoro lo miró, y sus ojos verdes brillaron con algo más que ternura.

—Porque amar no es fácil, Luffy. Pero tú vales cada parte difícil.

El silencio volvió, pero esta vez era distinto. No dolía. Era como una pausa necesaria entre dos personas que se entendían incluso sin hablar.

—A veces siento que estoy podrido por dentro —confesó Luffy, sin mirarlo—. Que nada va a sanar lo que mis padres rompieron.

—Puede que nunca sane del todo —dijo Zoro, acariciándole la espalda—. Pero no estás roto, Luffy. Estás vivo. Estás aquí. Y sigues siendo tú, con esa maldita sonrisa que me vuelve loco.

Luffy rió suavemente entre lágrimas, y por un momento, todo lo demás pareció difuminarse: los gritos del pasado, el miedo, la culpa. Solo estaban ellos dos, en ese cuarto, aferrándose el uno al otro como náufragos en una tormenta.