Capítulo XXXVIII

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   Sentí unos besos en mi mejilla que me obligó abrir los ojos con lentitud mientras me revolvía entre las sábanas.

   —Buenos días, Johnny... —escuché decir cerca de mí oído, mientras sentía besos en mi nuca y mejillas—. Preparé desayuno...

   Enfoqué mi vista, logrando ver a Paul sentado en el borde de la cama con una bandeja en manos y una sonrisa de oreja a oreja.

   —Paulie... —bostecé, al tiempo que estiraba mis brazos y me sentaba—. No te hubieras molestado.

   Se sentó a mi lado y puso, mientras carcajeaba, la bandeja en medio de nosotros.

   —No es molestia para mí, tonto. Comamos y ya.

   Miré la bandeja y no pude evitar esbozar una sonrisa amplia. Era huevo frito, pan tostado y unas salchichas fritas en forma de corazón que eran unidas por los extremos con un palillo.

   Me apresuré a mirarlo a los ojos, aún sonriendo.

   —¿Qué?

   —Entonces no me equivoqué esa vez, ¿no? Sí preparaste las salchichitas en forma de corazón para mí.

   —Cállate, estúpido. Qué feo eres. Iugh.

   Solté una risita mientras pasaba mi mano por su cintura para darle un sonoro beso en la mejilla.

   —Gracias, mi amor. Qué lindo detalle.

   Me acomodé para comer después de darle un beso en los labios. Tomé la salchicha con el tenedor y le di un mordisco, arruinando su forma tan bonita.

   Paul tomó una rebanada de pan tostado y le puso un huevo encima para darle un mordisco. La yema escurrió por sus labios y aproveché para limpiarlo con mi lengua.

   —Qué rico comer de tu boca.

   Me reí al ver su semblante asqueado. Sacudió, después de procesar lo que había hecho, su cabeza en rotunda negación.

   —A veces no te soporto, John. Qué asqueroso. Siempre haces lo mismo.

   —Pero, amor, ¿qué tiene de malo?

   —¡Es asqueroso!

   Traté de contenerme una risita mientras llevaba a mi boca una rebanada de pan tostado. Besé su mejilla.

   —Te amo con locura, mi amor. Por ti soy un desquiciado sin esfuerzo.

   —Si así eres sin esfuerzo no quiero imaginarme cómo sería si le pusieras un poquitito de empeño...

   Me reí, para luego estamparle otro beso en la mejilla. Lo abracé con fuerza, pensando en lo mucho que me encantaba besarlo.

   —Gracias por el desayuno, mi amor. Está rico, pero no tan rico cómo esos besitos tuyos.

   Paul se sonrió, y me dio un beso en la sien.

   —Te amo mucho.

   Sentí un calor en mi rostro al escuchar aquello. Supe que me había ruborizado al acto y, en un intento por ocultarlo, levanté mi camiseta hasta cubrir mi cara mientras soltaba una risita.

   Era cómico cómo cuando estaba con él podía actuar cómo un perfecto adolescente conociendo el amor.

   Porque aunque no era un adolescente, sí estaba conociendo el amor gracias a él. Experimentarlo a su lado era sensacional.

   —Ah, al viejo divorciado le dio verguenza...

   —Es que me da tanto gusto que me ames, mi amor. Dame un besito. Uno pequeñito, mi hermosura. Eres lo más lindo que he visto en mi vida.

Once in a Lifetime ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora