Entre la luz y la oscuridad I

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Un ángel sostiene mi mano,
nos veo riendo.
Miro tus ojos y te respiro,
estás riendo como un niño, lloras.

Ese suéter siempre te ha quedado bien,
te vistes de cielo,
la urgencia por besarte es evidente y
Me concedes el deseo.
Déjame decirte
que no me importaba sentirme pequeña.

Afuera es de noche,
el ventanal es testigo
de cómo te estoy amando.
Unos ojos curiosos nos observan,
y te ríes.

Me envuelves en tus brazos,
me balanceas.
Cierro los ojos,
estoy en paz.

Pero ese ángel me suelta,
y la oscuridad toma su lugar.
Estamos en el mismo sitio,
sigo amándote,
pero tú ya no me sonríes.

Hay más personas en nuestra habitación,
todas te sonríen a ti.
No te incomodas,
me atrevería a decir que lo disfrutas.

Vistes de negro,
como todas las personas allí.
Te percatas,
en silencio me acompañas:
es el funeral de nuestra obra.
Aquí yace una historia de amor.

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