Por si me lees

Chocolate

~INGREDIENTES~

Una taza de leche.
No pienses.
1 cucharada de cacao puro.
Cierro los ojos.
1/2 rama de canela.
Trago saliva.
2 cucharadas de azúcar.
Bebo agua.
Cáscara de naranja.
Quiero llorar.
Nata.
Lo hago.

Caliento la leche en un cazo,
la remuevo,
la varilla choca en las paredes.
Te odio.
Agrego el azúcar.
No puedo respirar.
Parto aún más la canela
y la arrojo con fuerza.
Quiero gritar.

Miro el chocolate,
me recuerda a tu piel.
¿Cuándo me convertí en esto?
Agrego la cáscara de naranja,
ese era el secreto
de este maldito chocolate
que tanto te gustaba.

La leche espumea,
cae un poco al suelo.
Vuelvo a mi realidad.
Bajo una taza,
cuelo el chocolate.
Su aroma tiene nostalgia a Navidad,
a cuando aún me amabas,
o eso decías.
Decoro con nata.
Su textura es amigable,
envuelve mi paladar.
Dejé de llorar.

El primer sorbo sabe a tu ausencia.
El segundo me advierte.
Me mantengo a raya.
El tercero me permite disfrutarlo,
pero una sutil lágrima sigue colándose.

Sostengo la taza caliente en mis manos.
Quema, pero no me importa.
Soy masoquista,
te amé,
es la prueba.

15 minutos después,
la taza está vacía, como nuestra casa.
Quizás, ingenuamente,
pensé que el ritual de mezclar,
arrojar y decorar
me devolvería un poco del pasado,
pero no me da nada.
Es que no hay nada.

Cierro los ojos,
mantengo una conversación con mi mente,
respiro y le digo:
¿Nos prometimos olvidarle?
¿Le odias?
No lo sé, a veces.
Tal vez mañana sea menos pesado.
Sí, tal vez mañana no lo quiera muerto.

Se ríe de mí,
corazón sabe que miento.
Alma solo me abraza.
Hoy, solo hoy está bien confundirse así.