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Al día siguiente, la atmósfera en la escuela seguía cargada de algo muy confuso, era una mezcla de incomodidad y expectativa. 

El murmullo del salón era incesante, una mezcla de risas, conversaciones y ruidos de cubiertos chocando contra bandejas de metal. Todos estaban inmersos en su propio mundo, y aunque las voces me resultaban insoportablemente ruidosas, intentaba ignorarlo como siempre, pero ese día, por alguna razón, todo parecía demasiado ruidoso. 

No era difícil adivinar por qué. Mi mente no podía mantenerse tranquila. Una y otra vez, los pensamientos regresaban al mismo lugar. O más bien, a la misma persona. Hiromi.

Estaba sentada al otro lado de la sala, con su habitual sonrisa despreocupada, conversando con Aiura y Teruhashi. Esa risa suya, clara y relajada, flotaba por encima del bullicio, como un eco molesto que se repetía en mi cabeza. Traté de enfocarme en otra cosa, pero mis ojos, sin pedir permiso, terminaron buscándola entre la multitud.

—Y cuando calenté mi dona en el microondas... ¡Explotó! —exclamó con entusiasmo, acompañando sus palabras con gestos exagerados que parecían divertir a todo su pequeño grupo.

Teruhashi y Aiura rieron al instante. Su reacción parecía ensayada, pero de alguna forma le agregaba más impacto a la historia. Hiromi siguió hablando, moviendo las manos con dramatismo, y yo intentaba no escuchar. Pero la imagen de ella con esa estúpida diadema seguía haciéndome ruido. Una creación de Kusuke, por supuesto. Un bloqueador de telepatía. Perfecto para alguien como Hiromi, que parecía disfrutar más de lo necesario el hecho de que no pudiera leer sus pensamientos. No es que me importara, claro. Pero esa barrera simbólica me irritaba más de lo que quería admitir. 

—¡Dios mio, Hiromimi! ¿Y qué comiste luego de eso? —Aiura preguntó Inmersa en esa anécdota. 

Mis ojos volvieron a encontrarla justo cuando ella decía algo que desató otra carcajada general.

—¡Tuve que tomar prestadas las gelatinas de café de un amigo! —dijo, desviando sus ojos directamente hacia mí—. Aunque claro, luego tuve que mimarlo durante una semana.

El aire pareció espesarme en los pulmones. Aparté la mirada con rapidez y volví a enfocarme en mi bandeja. Hiromi no estaba diciendo nada especial, pero algo en su tono me resultó desconcertante. 

"Es suficiente", pensé, apartando la mirada y regresando mi atención al plato frente a mí. No tenía sentido. Yo no quería esto. No quería dejar que alguien invadiera tanto mi espacio, que desordenara la calma que me había esforzado tanto en construir. Y, sin embargo... no podía evitarlo. Cada vez que intentaba apagar los pensamientos sobre Hiromi, estos regresaban con más fuerza, arrastrándome de vuelta al mismo torbellino.

Tomé aire, intentando calmarme, pero la risa de Hiromi volvió a resonar, atrayendo mi atención de manera insoportable. Ella estaba ahí, peinándose el cabello corto con los dedos mientras hablaba de algo aparentemente trivial con Aiura. Había una extraña energía en sus gestos, una sencillez que me desconcertaba y, al mismo tiempo, resultaba cautivadora.

"Ya basta", me repetí. No quiero pensar en esto. No quiero pensar en ella." Pero era inútil. Algo en su manera de ser se sentía como un imán imposible de ignorar. Como si cada pequeño gesto suyo se quedara grabado, forzándome a cuestionar todo lo que sentía.

Un ruido abrupto interrumpió mis pensamientos. Levanté la vista para encontrar a Nendo acercándose con una amplia sonrisa en el rostro.

—¡Compañero! —dijo, lanzándome una bola de papel que golpeó mi bandeja antes de caer al suelo. Me encogí en mi asiento, irritado por su innecesaria presencia.

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⏰ Última actualización: Jan 27 ⏰

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Mi burbuja explosiva | Saiki Kusuo × OcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora