Izhak y Roberto se pasaron casi todo el recreo en los cuartos de baño, haciendo a saber qué. Alba pensaba en la teoría (teoría verídica) de que se estaban dando el lote; lo solían hacer siempre que tenían el tiempo libre. Luego venía Izhak con manchas de leche masculina con omega 3 y vitamina C nutrición completa tranquilidad completa en la ropa. Al principio todos se quedaban con ojos como platos cuando lo veían, pero al final se acabaron acostumbrando... Todos se pueden acostumbrar cuando no le ven solución a algo, al fin y al cabo.
Lucía aún seguía algo tocada con lo de Ernesto. No se creía que él hubiera hecho algo así, cualquier cosa menos eso. Nada podía hacer que ella cambiase su perspectiva hacia él; no lo veía capaz de ello. Se le ocurrió una idea, pero pensó que era demasiado precipitada; podría ponerla en peligro y a todos los que participasen. Quería averiguar si su teoría de que no había matado a su pareja era cierta; de lo contrario, si eso no había sido un accidente y era un asesinato, su perspectiva hacia él cambiaría por completo y dejaría el tema en paz. Pero por el momento, era lo único que se le pasaba por la cabeza. Iba hacerlo con o sin el apoyo de sus amigos, pero tenía que hacerlo.
- Estás loca.-dijo Lucía McTits cortante.-Yo no pienso jugar.
- Puede ser divertido, al fin y al cabo.-comentó Anabel.-¿Podemos pedirle que se nos aparezca?
- Otra loca.-Lucía McTits parecía que se enfadaba.
- Necesito vuestra ayuda.-Lucía estaba desesperada.
- A ver...-Pepe suspiró.-Cuenta conmigo, pero nunca he jugado, así que no sé muy bien como va...
- Yo sí he jugado, os lo explico y eso.-sugirió Anabel.
- Por mí vale, pero estoy cagada...-dijo Rufa.
- Podríamos jugar en mi casa.-Amparo intervino.-Si le digo a mis padres que venís a merendar o algo por el estilo, no le importará y os dejará pasar. Eso espero.
- Yo también estoy cagada.-Mada temblaba.-Pero jugaré.
Finalmente, cedieron. Alba se negó rotundamente.
- Y... ¿No es mejor jugar al parchís o a la oca...?-sugirió esta.
- Con eso no llegaremos a ningún sitio.-dijo Lucía tajante.
- Mejor me quedo en mi casa.
Sete no habló en toda la conversación, por lo que pudieron intuir que sí que iría. La relación que tuvo con Pepe a partir de ese día no mejoró ni lo más mínimo, su amistad casi que se fue al garete y ya apenas hablaban; ambos eran muy orgullosos en ese sentido y se negaban a hablar. En cambio, la relación con el resto de amigos seguía estando igual que siempre, aunque no les habían contado todavía por qué se habían enfadado entre ellos; no obstante, podían intuir que ya no estaban juntos.
Entonces, llegó el día. El día en el que jugarían todos unidos a ese juego que te conecta con los espíritus, bautizado como "Ouija". Se habían estado informando del mismo durante horas, procurando no cometer ningún fallo cuando llegase la hora de la verdad. Anabel comentó que ya había jugado con anterioridad, así que que no se preocupasen; no obstante, si uno cometía un fallo, lo pagaban todos.
Lucía era la que más ansiaba jugar de todos, aunque también era de las que más asustadas estaban. El cuerpo le temblaba.
Leyeron que para conectar con un espíritu, tenían que colocar un marco con la foto del mismo y unas rosas; pero que, en el momento en el que se percatasen de que el espíritu con el que estaban hablando no era el que ellas pensaban, tenían que romper el marco y ponerlo boca abajo. En ese sentido, eso era lo que más atemorizaba a ambas. "¿Y si era un demonio?" "¿Y si mata a alguna?" Eran las típicas cuestiones que rondaban por sus cabezas. Rufa había hackeado el ordenador de la policía, pudiendo así encontrar una imagen de la difunta y la información básica de ella. Todos pensaban que eso era algo imposible, pero lo hizo. Se llamaba Raquel; era rubia de ojos azules, tenía pecas en las mejillas y facciones muy dulces.
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50 Sombras Gays y la clase del salseo
DiversosPrimer volumen de la trilogía "50 Sombras Gays", donde nos cuentan relatos serios y no-tan serios de unos adolescentes y su día a día. Os prometemos mucho salseo y risas aseguradas.