Capítulo 21

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La noche estaba al caer, y las chicas no se querían ir todavía. Se lo estaban pasando tan bien en la convención que eran hasta capaces de montar una tienda de campaña y quedarse allí.
Cassandra Clare era muy divertida e interesante. Lucía la atiborró a preguntas (que tuvo que hacer en inglés); preguntas que la mujer contestó encantada.

En cuanto al chico que se parecía a Jace, tal y como te conté en el anterior capítulo, se lo encontraban de vez en cuando, pero no intercambiaban ninguna palabra. Lucía se moría de ganas de hablarle, pero la vergüenza estaba presente en esos momentos; Ampi estaba mientras tanto insistiéndole a pedirle el número, pero su amiga respondía que no le iba a dar el número a unas desconocidas. De repente, el teléfono de esta última vibró, una y otra vez, cada vez más seguido. Parecía que le estaba dando un ataque epiléptico al móvil. Entonces fue cuando lo desbloqueó y vio que Alba (la doctora Linares) la estaba petando a WhatsApps.

Alba: CÓMO QUE HOY ERA LA CONVENCIÓN DE CAZADORES DE SOMBRAS
Alba: NO ME HABÉIS AVISADO
Alba: MALA GENTE
Alba: OS ODIO
Alba: AAAGSWSSSW
Alba: nwuvekeievd
Lucía: ¿Te teníamos que haber avisado?
Alba: SÍÍÍÍ
Alba: Sabéis que me gusta, podríais haberlo hecho.
Lucía: Tú también podrías haberte informado. Creíamos que lo sabías.

- Qué borde.-comentó Ampi entre risas.

Alba: u.u
Alba: Pues la próxima vez me avisáis.
Lucía: Vaaaaalepo
Alba: Bueno, de todas formas, no sé para qué digo nada, si estoy en el hospital xD
Lucía: ¿Qué te ha pasado?
Alba: Me he roto la muñeca, pero no es nada xD
Lucía: ¿Cómo te la has roto?
Alba: Mi hermano + escaleras. Pero estoy bien xD

Amparo le empezó a dar codazos a su amiga.

- ¿Qué quieres?
- Mira ahí.-Ampi señaló al puesto de los libros donde se vendía la trilogía de "Los Orígenes". El chico que se parecía a Jace estaba ahí, vendiendo los libros.-Es una buena oportunidad de hablar con él. Y así de paso te compras el primero y la empiezas ya.
- Bueno, vale...-se guardó el móvil en el bolsillo.-Por cierto, Alba se ha roto la muñeca.
- ¿Qué le ha pasado?
- Me ha dicho: Mi hermano + escaleras. Supongo que se habrá caído por ahí o algo.
- ¿Está bien?
- Dice que sí.-hizo una breve pausa.-En fin... Vamos.


Caminaron despacio hacia el puesto, la gente se iba poco a poco. «Que no se vayan todos.»-pensaba. Pero parecía que la suerte no estaba de su lado en esos momentos.

- Ampi... Me da vergüenza.
- Habla con él, venga.


Se acercaron finalmente al puesto y ahí estaba. Incluso a Amparo, que era la cosa más homosexual del mundo (no como Juan, ese es el dios), le parecía guapo el chaval. A su amiga le parecía incluso más guapo cada vez que se acercaban, hasta que finalmente lo tenían de cerca. Pero realmente, lo que a Lucía le llamó la atención no era que fuese guapo o se pareciese a un personaje de un libro (ella no es de esa clase de chicas), lo que le llamó la atención fue algo que no sabía describir, algo que ni yo el narrador sabe y que posiblemente no sepa como contarte. Era una especie de sensación cautivadora (aunque suene ridícula esa frase), una sensación de sentirse a gusto, tranquila...

- Sí, dime.-dijo cuando Lucía y Ampi ya estaban en frente de él. El chico mantenía una sonrisa que curiosamente, no parecía forzada. El viento le revolvió un poco el pelo, con lo cual, estaba más despeinado que cuando entró en el autobús.

- El primero de la trilogía, por favor.-consiguió decir al fin.

- ¿Ángel mecánico?

- Sí.

Entonces, se dio la vuelta y estuvo buscando el libro entre las cajas. Los que tenía afuera sólo estaban de muestra y no podía darlos hasta el último recurso. Cuando por fin se levantó con el libro en las manos, Lucía consiguió decir:
- Te pareces a Jace. El... El de la saga principal.
- ¿En serio?-preguntó entre risas.
- Sí, físicamente y eso.
- Me lo tomaré como un cumplido.-respondió con una sonrisa mientras colocaba el libro en el mostrador.-¿Te gusta ese personaje?-preguntó mientras tecleaba.
- Bueno... Sí, es mi favorito, de hecho.
- Entonces Will te gustará también.-hizo una breve pausa.-Son 17,28€.
«El 28...»

Se los entregó.

- Gracias.-respondió amablemente y con una sonrisa. Cuando Lucía ya estaba a punto de marcharse, volvió a hablar.-¿Cuantos años tenéis?
- Catorce.-respondió Amparo.
- Bueno, yo tengo 16, pero tampoco hay mucha diferencia.-rió.-¿Os gusta mucho Cazadores de Sombras?

Lucía asintió.

- Entonces creo que nos podremos llevar bien.-dijo con una sonrisa.-¿A qué instituto vais?
- Al Juan Carlos...-respondió Lucía.
- Yo voy a el Sabinar, pero quiero hacer bachillerato allí.
- ¿De verdad?
- ¿Te hace ilusión?-preguntó con una sonrisa y medio riéndose.
- Cómeme el c...-se le escapó sin darse cuenta. Su amiga le pegó para advertirle de que se callara. Se tapó la boca mientras notaba que su cara se teñía de un rojo intenso.

El chaval se reía a carcajada suelta y Ampi no tardó mucho en unirse a él.

- ¿Tienes WhatsApp?-preguntó Amparo. A Lucía le entraron ganas de pegarla, pero en el fondo agradeció que se lo preguntara.
- No, de hecho no tengo ni móvil.-respondió el chico.
- ¿Por qué?-preguntó Lucía sorprendida. Poco a poco se iba tranquilizando.
- Odio los móviles. El hecho de que sepan a cada minuto dónde estás me resulta agobiante. Además, que es un coñazo llevarlos.
- ¿Y tus padres? ¿No se preocupan cuando estás fuera?
- Bueno,-sonrió-es una larga historia. Mis padres se fueron hace un par de años y no sé nada de ellos. Vivo con mi tío y él piensa igual que yo.
- ¿También odia los móviles?
- Sí. Además, confía en mí, así que sabe que si necesito cualquier cosa, lo llamaré desde una cabina.
- Estás desconectado del mundo, entonces.-comentó Amparo.
- No del todo, sí que tengo ordenador en casa, pero apenas lo uso, excepto para el instituto algunas veces. Ahora que lo pienso, sí, se podría considerar que estoy algo desconectado. De todas formas, se suele aprovechar más el día sin Internet, así que tampoco es algo necesario. Lo bueno es cuando necesito buscar información, pero nada más.
- Vaya...-musitó Lucía.

El chico les siguió comentando la opinión tan negativa que tenía con respecto a estos aparatos. Lucía ya estaba tranquila y tanto ella como su amiga no percibieron el tiempo, así que cuando miraron la hora, salieron pitando al autobús casi sin despedirse. El chaval siguió en el puesto de libros, ya que la convención no terminaba hasta horas después. Francamente, se alegró de haber entablado una conversación con ellas.

50 Sombras Gays y la clase del salseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora