Durante las clases, los alumnos se habían percatado de que pequeñas gotas de lluvia chocaban contra el cristal, eso provocó una carrera de gotas; muchos se quedaron mirando las ventanas y cómo se deslizaban hasta llegar al alféizar con delicadeza.
Anabel era una de las personas que se había abstraído de todos mientras contemplaba lo que estaba sucediendo fuera del instituto. Es curioso pues, sí que es cierto que había más de una vez (y de dos) que se quedaba embobada en una sola clase, aunque siempre mantenía una antena puesta a lo que sucedía dentro; en este caso no era así, se había concentrado en su totalidad a las gotas de lluvia haciendo que, si intentabas hablarle, lo más probable es que ni se percatase de tu presencia.
Antes de darse cuenta de que llovía, estuvo dibujando en las horas muertas de clase; consiguió un retrato perfecto de Naruto, el cual, no dudaría ni un segundo en colgar en las paredes de su habitación en cuanto llegase a clase. Las tenía ya casi llenas y casi que tenía que colgar los actuales que estaba haciendo en el techo.
- Anabel.-intentó llamarle la atención la maestra de Inglés. Esta no respondió.-¡Anabel!
- ¡Ah!-por fin despertó casi pegando un brinco que por poco se cae de la silla.-Lo... Lo siento.-dijo y lo acompañó de una sonrisa. La profesora respondió con su mismo gesto.
- ¿En tu mundo?
- Sí.-dijo entre risas.
- Venga, que hay que hacer cosas.-respondió sin dejar de sonreír.
Nuestra maestra de Inglés (y tutora) era como una alumna más, pero cuando imponía respeto, lo imponía. Se le daba muy bien enseñar y se notaba que sabía de lo que hablaba en cada una de sus clases. Se caracterizaba por ser muy despistada a la par que positiva y espontánea. Su cabello era rubio y le llegaba hasta los hombros, a veces lo llevaba ondulado y otras veces liso; sus ojos eran marrones y su constitución mediana y vestimenta bien conjuntada la convertían en una linda mujer.
Pidió silencio, y entonces continuó con la explicación.
Llegó la hora del recreo y Amparo aún no había venido.
Mada no podía quitarse de la cabeza a su amiga, Lucía seguía pensando en Ernesto, Rufa intentaba romper el hielo de alguna forma y Anabel pensaba en sus cosas. Lucía McTits tampoco apareció por allí.
- Oye...,-dijo Rufa. Todas la miraron.-¿sabéis por qué Ampi no ha venido?
- No.-respondieron las tres casi al unísono.
- Le mandé un mensaje a su hermana en clase y me ha dejado en visto.-respondió Lucía.
- Con lo que a ti te gusta que te dejen en visto, eh.-intervino Anabel.
- Ya ves.-respondió con una sonrisa.
- Lucía McTits tampoco ha venido.-comentó Ru.
- Es verdad...-dijo Mada.-A lo mejor se han puesto malas o algo, ¿no?
- Es posible...-masculló Lucía.
Ese día no estaba resultando demasiado bonito para ninguna de ellas; por motivos que más o menos desconocían, se encontraban fatal y sin ganas de hacer absolutamente nada. Rufa era la única que mantenía un poco el estado de ánimo más alegre, pero disminuía en cuanto veía a sus amigas.
Aún no se sabe por qué, pero ninguna de ellas tenía un buen presentimiento.
Roberto corría con todas sus fuerzas intentando encontrar a Izhak, preguntándole a todo el mundo que si lo había visto; pero nadie respondía con un «sí».
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50 Sombras Gays y la clase del salseo
AcakPrimer volumen de la trilogía "50 Sombras Gays", donde nos cuentan relatos serios y no-tan serios de unos adolescentes y su día a día. Os prometemos mucho salseo y risas aseguradas.