Capítulo 22

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Me desperté repentinamente, con el corazón acelerado y bañada en lágrimas, en una camilla del hospital. Jason, que se había quedado conmigo, se levantó corriendo y vino hacia mí.

-          ¿Cómo estás? ¿Te duele algo? Espera que llamo al doctor. – No me dejó responderle, vi como salía corriendo y volvía seguido por el doctor que me había visitado en su casa.

-          Buenos días… - Saludó tan calmadamente, transmitiendo paz como siempre, el doctor Donald.

-          Buenos días Howard. – Le sonreí.

-          Vaya… veo que has recuperado la memoria, ¿cierto? – Asentí levemente, Howard era el médico de la isla, era muy querido por todos y era amigo de Jason y Gary. - ¿Cómo te encuentras?

-          Aturdida…

-          ¿Recuerdas que pasó antes que Jason te encontrara? – Agaché la mirada.

-          Él… volvió… - Los chicos se miraron entre ellos sorprendidos – me llamó y me dijo que tenía que hablar conmigo, quedamos en el puerto… me dijo que quería volver… y le dije que no. Me dijo que iba detrás del dinero de Jason y que… que conseguiría que dejara de tener interés en mí. – Me miraron, instándome a que siguiera. – Me dijo… - mis ojos se inundaron de lágrimas – que si no podía… hacerlo con él me dejaría… le dije que no estábamos juntos, pero no me escuchó – las lágrimas cayeron por mis mejillas. – Me violó. – Ya no pude controlar mis sollozos.

Jason vino hacia mí y me abrazó, susurrándome palabras tranquilizadoras y maldiciendo a Gary en susurros.

-          Lo siento… lo siento, lo siento, lo siento, lo siento – le repetía una y otra vez mientras sollozaba.

-          Shhh, no te disculpes, no tienes nada por lo que disculparte.

-          Sí… te grité, te dije que te largaras de mala manera y tu no hiciste nada… solo querías protegerme… - más sollozos.

-          Pero todo apuntaba a que era culpa mía… es normal, no te culpes, no pasa nada…

-          Lo siento…

Howard se marchó y nos dejó a solas para que habláramos, de mientras el prepararía las cosas para hacerme un chequeo y comprobar que todo estuviera bien. Le pedí mil veces disculpas a Jason y mil veces me dijo que no me preocupara, que no era nada. Entre sus brazos, sollozando como una niña pequeña me dormí. Al parecer aprovecharon que estaba dormida para hacerme el chequeo, cuando desperté era de noche y Jason me miraba desde el sillón de la habitación.

La chica sin recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora