Capítulo 23

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-          ¿Estás mejor? – Asentí con la cabeza y el sonrió – Ha dicho How que estás bien, que no te hizo ningún daño irreversible y que por suerte, no te dejó embarazada, aunque supongo que eso ya lo sabías tu. – Volví a asentir con la cabeza. No sabía cómo actuar ni qué decir. – También ha dicho que puedes salir de aquí cuando quieras… -dudo unos segundos y continuó -  si quieres… podrías venir a casa… para no estar sola… al menos un tiempo. – Volví a asentir con la cabeza y me ayudó a recoger mis cosas y me llevó a su casa.

Después se marchó a buscar la maleta con mi ropa que había dejado en el piso. Yo fui a la habitación que me había asignado y me tumbé en la cama. Mirando por la ventana, observando cómo empezaba a llover. Parecía que el cielo llorara conmigo… después de un rato escuché la llave en la cerradura y unos pasos acercándose a mi habitación. “Toc, toc. ¿Se puede?” Jason venía con mis cosas. Me levanté y le abrí la puerta.

-          Espero no haberme equivocado. – Me dio mi maleta. – SI quieres ya puedes ir colocando la ropa, puedes quedarte todo el tiempo que quieras… - Puse la maleta en la cama y la abrí, monótonamente. - ¿Estás bien? – Se acercó a mí y apoyó su mano en mi hombro. No sé por qué lo hice, pero me giré repentinamente, me abalancé sobre él…

-          Te quiero, te quiero mucho, lo siento… debería haber sido valiente… pero tenía miedo… - se quedó inmóvil, así que lentamente me alejé de él, con la mirada agachada… y seguí – Sé…sé que ahora no tengo derecho… perdona… - le miré, su cara no mostraba expresión alguna, intenté sonreírle y me giré para deshacer la maleta. Pero entonces me di cuenta de lo que había dicho y de las consecuencias que eso podía conllevar, me volví a girar lentamente - ¿Aun puedo quedarme…? – Al mirarle me asustó su expresión. - ¿Qué ocurre? ¿Estás bien? ¿Pasa algo? – Me estaba poniendo nerviosa.

Entonces sin más, me abrazó con fuerza. Primero dudé, pero luego respondí a su abrazo. Lentamente nos fuimos separando. Nos miramos a los ojos… sus ojos azules eran profundos, me perdí en su mirada y sin darme cuenta nuestros labios se habían unido. Primero dulcemente, luego con pasión. Fuimos retrocediendo hasta caer en la cama. Se levantó levemente y me miró a los ojos, en sus ojos se podía ver el deseo. Volvió a besarme, y fue descendiendo hasta llegar a mi vientre. Bajó las manos hasta la cintura y las fue subiendo para quitarme la camiseta, pero entonces el daño causado por Gary hizo eco y mi cuerpo dejó de reaccionar, se paralizó y sin quererlo empecé a llorar.

La chica sin recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora