Capítulo 31

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Me fui a mi cuarto con la excusa de que me quería bañar y quitarme el polvo. Me dejé caer sobre la cama. No tenía ni idea de qué hacer… Lo que había visto, no era fruto de mi imaginación, eso estaba claro pero… tal vez… debería dejarle explicarse. Me di la vuelta y me quedé mirando por la ventana los pocos rayos de luz que aún emitía el sol. Realmente le quería, quería estar con él. Y tenía ganas de huir por miedo a que me hiciera daño pero… Tenía que crecer, tenía que dejar de huir cada vez que tenía un problema. Sí, lo había decidido, tenía que hablarlo con él. Me di una ducha rápida y me puse uno de los vestidos que la última vez había traído del piso. Cuando bajé, estaba preparando la mesa.

- Hola… - Me sonrió y creí morir de nuevo. Aunque su sonrisa estaba nublada por la duda.

- ¿Te ayudo?

- No hace falta, ya está todo, siéntate, te serviré.

- Gracias. – Le sonreí, pero me sentía incómoda, tenía que sacar el tema de una vez, pero no sabía cómo.

- Escucha… - empezó a hablar mirándome profundamente y dudoso, tal vez me había hecho ilusiones al pensar que había una explicación, seguro que me dejaba, ¡y eso que aún no habíamos empezado! – Yo… bueno… hoy ha venido a verme Janet, me ha dicho que sentía haberme dejado y que quería volver conmigo… -  Noté como mis ojos se llenaban de lágrimas e intenté con todas mis fuerzas no parpadear para que no se derramaran.

- Vaya… eso es fantástico – intenté sonreír inútilmente – Seguro que ella te puede dar lo que yo no. – No pude contener más mis lágrimas y salí huyendo, a pesar que había dicho que no lo volvería hacer. Me encerré en mi habitación, y segundos después estaba picando a mi puerta.

-¡Ábreme! Susana… ¡No me has dejado terminar!

- ¡Y para qué? Prefiero no oírlo…

- Le he dicho que no volvería con ella, tonta! – Abrí la puerta de golpe. – Por fin abres – y me sonrió.

- Entonces… ¿por qué me lo dices?

- ¡Pues porque alguien estaba mirando por la ventana, vio como me besaba y se desmayó! – Me sentí avergonzada y agaché la mirada.

- ¿Lo sabías?

- No… me lo dijo ella luego. Me besó por eso, te vio y supo que eras tú con la que quería estar y quería hacerte daño.

- Pero entonces… ¿por qué no te apartaste? – Seguía sin levantar la mirada, sollozando como una niña pequeña. – Dios… lo siento, perdona, no tengo derecho a decirte esto… tengo que controlar mis celos... -  Levanté la cabeza y estaba sonriendo. - ¿Qué ocurre?

- Me gustan tus celos… sino, significaría que no me quieres. Y me dejé besar, porque la conozco, y sabía que se rendiría si no le devolvía el beso, pues se cree la mejor del mundo besando. – Hizo un gesto de burla y no pude evitar sonreír.

- ¿Y lo es? –Bromee. Por fin se me había pasado la tontería.

- Es muy buena – Hizo un gesto pensativo y yo le di un cate. – Pero tú eres mejor… - Acarició mi mejilla suavemente mientras me miraba fijamente a los ojos. Levantó mi mentón y poco a poco se fue acercando a mí. Empezamos a besarnos suavemente, después con pasión. Esta vez mi cuerpo no me jugó ninguna mala pasada y pasamos la noche que hace tiempo deseábamos. 

La chica sin recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora