Capítulo 14

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-          Bueno, ya han terminado las dos semanas, y estás recuperada, ya es hora que seas mi sirvienta – Lo dijo todo lo serio que pudo. Casi me lo creo.

-          Mientras no tenga que ponerme ese traje que le haces poner a Sophie… no te da vergüenza? – Me reí con ganas.

-          ¡Oye! Pues aleh, a ti te haré poner uno peor.

-          Uy, no creo que eso sea posible… - Más risas.

-          ¡Y tanto! Mira ven – me llevó hasta el comedor y rebuscó entre los dvd’s hasta que encontró el que quería. Lo sacó y me enseñó la carcasa.

-          Tenías razón, lo llevas claro si piensas que me voy a poner eso… - Ahora era él el que se reía. El uniforme en cuestión era un uniforme de sirvienta pero… de sirvienta sexy, tenía media espalda al aire, era muy escotado y demasiado corto.

Ese lunes limpié mi habitación a fondo. Jason me había dicho que ahora dormiría arriba y quería dejarla como si nadie hubiera pasado por allí antes de marcharme. Antes de irse Sophie me vino a decir que ya estaba la comida preparada, y se despidió hasta el día siguiente. Jason no tardó en llegar y comimos entre risas y bromas.

-          Bueno, ¿nerviosa por conocer tu nueva habitación? – Estábamos terminando de recoger los platos de la comida.

-          ¡Más nerviosa estoy por conocer las otras dos plantas! – Respondí todo lo sería que pude. Segundos después los dos reímos.

Cuando terminamos subimos a la segunda planta. En ella había dos grandes lavabos, dos habitaciones más, una sala con todo tipo de entretenimiento, billar, mesa de ajedrez, una pequeña bolera… alucinaba con todo lo que veía.

-          ¿Para tanto te da el trabajo de transportista? – Le miró con los ojos como platos.

-          Bueno… esta casa es herencia de mi abuelo, era multimillonario… el habitó esta isla… era su único nieto, así que me lo dejó todo a mí… - Lo noté extraño. Como avergonzado. Se había mostrado reticente a mostrármela. Así que decidí salir de ahí.

-          ¿Y aquella habitación? – dije señalando a la última puerta que quedaba por abrir. Se dirigió hasta ella y me dejó pasar.

-          Es el despacho. Aquí llevo todos los papeleos del negocio, albaranes y todo ese rollo. – Me acerqué a la mesa bajo su atenta mirada, y comencé a ojear los papeles… empecé a tener flashes, miles de imágenes se cruzaban ante mí, empecé a encontrarme mal, a marearme y entrarme un fuerte dolor de cabeza, cerré los ojos y noté como caía.

La chica sin recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora