Capítulo 5

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Jason se despidió dándome las buenas noches y me dijo que me despertaría a las 9 de la mañana para que desayunara e hiciera mis primeros 15 minutos de ejercicios, me dijo que solo podía acompañarme él y que a las 10 tenía que irse a trabajar. Volví a mirar el paisaje que me enseñaba el ventanal, ahora un paisaje nocturno, cerré los ojos y escuché, escuchaba el sonido del agua moverse, el sonido del viento al mover los árboles, el sonido de los búhos, el sonido de los grillos, el sonido de la luna… y sin darme cuenta caí rendida a los encantos de aquella pequeña isla.

-          Señorita despierte… señorita. – Vino a despertarme una señora que no conocía.

-          Mmm… ¿quién eres?

-          Soy la criada del señorito Jason. Me ha encargado que la despierte y le ayuda a ducharse si lo necesita.

-          Oh, gracias, no es necesario, pero sí que me ayudara a llegar al baño.

-          Claro señorita, apóyese en mí.

-          Gracias y por favor, deje de llamarme señorita, solo llámeme Susana.

-          Claro. Llámeme si me necesita para llegar hasta la cocina a desayunar con el señorito que la está esperando.

-          Por supuesto, gracias. – Se fue la señora… no me imaginaba que Jason tuviera una criada… ¿entonces diría en serio lo que fuera su sirvienta? ¿Tendría que ponerme aquel traje? Esperaba que no… pero con todo lo que había hecho por mí no podría negarme.

Me duche todo lo deprisa que pude para no hacerle llegar tarde al trabajo, me puse una ropa que me habían dejado encima la cama, tenía que irme apoyando pero ya podía dar pasos no muy largos yo sola. Cuando terminé me dispuse a llamar a la criada pero… ¿cómo la llamaba? Si decía “criada” quedaría como si la menospreciara y si iba sola haría que Jason llegara tarde… preferí ir sola, no quería sonar prepotente y siempre podía dejar los ejercicios para la tarde o podía acompañarme la criada. Lentamente fui caminando hacia la puerta, apoyándome en las paredes, en el sofá… en todo lo que encontraba, después de unos minutos estaba en la puerta y al abrirla…

-          Oh, buenos días.

-          Buenos días. Como tardabas he venido a ver si pasaba algo… ¿pensabas venir sola a la cocina?

-          Sí…

-          ¿No te ha dicho Sophie que la llamaras para que te acompañara?

-          Sí, pero… no me había dicho su nombre y no sabía cómo llamarla…

-          Oh, bueno, pero entonces haberme llamado a mí. Bueno, ya estoy aquí así que no hace falta – dijo de nuevo sonriendo, supuse para que no me sintiera mal por ser una idiota – vamos.

La chica sin recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora