Capítulo 28

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En el camino al hotel:

- Vaya… así que tú y Jay… ¿Estás segura? – Le miré sorprendida.

- Sí… ¿Por qué lo dices?

- ¿No tenía novia?

- Oh, vamos, no empieces, lo dejaron hace meses…

- Está bien, está bien.

Hicimos el resto del camino en silencio. Cuando llegamos al hotel, Emma nos estaba esperando. Me abrazó y me dijo que sentía todo lo que había pasado. Yo le quité importancia y le di la enhorabuena. Volvimos a hacer el camino de vuelta a casa. Esta vez hablaba animadamente con Emma.

- Ya estamos aquí, Jay!

 Entré la primera en dirección a la cocina. Pero no estaba, y me extrañé. Les dije que esperaran en el comedor mientras revisaba todas las habitaciones. Pero ni rastro de Jay. Estaba empezando a preocuparme cuando escuché un ruido fuera de la casa. Me asomé a una ventana y lo vi, cerca del pequeño lago de la casa, estaba de espaldas. Iba a llamarle cuando la vi… Me quedé de piedra. ¿Qué hacia ella aquí? No habíamos sabido nada de ella en meses, ¿por qué había vuelto? Sus voces me sacaron de mis pensamientos, volví a mirar hacia la ventana y vi como ella se acercaba y… le besaba. Esperaba una reacción de su parte, que se alejara, que la rechazara. Pero nada, se quedó allí, inmóvil, no la rodeó con sus brazos… pero no se marchó. ¿Qué significaba aquello? Empecé a hiperventilar. Noté como mis ojos se inundaban de lágrimas que empezaron a caer sin control. Perdí las fuerzas y caí al suelo. Allí sentada no podía ver lo que ocurría, pero no podía levantarme, y sinceramente no quería saber que ocurría, pues me temía lo peor. Había empezado a hacer castillos en el aire y ahora todos se derrumbaban con un simple soplido.

Mi golpe debió oírse desde el comedor, pues escuché pasos lejanos. Miré hacia la puerta y vi que alguien entraba. Pero no sabía quién era, tenía la vista demasiado nublada para verlo. Deseaba volver a perder la memoria, quedarme inconsciente, volver al mar y morir allí, sola. Por alguna extraña razón, me resultaba mucho más doloroso lo que acaba de ver que lo que me hizo Gary… Escuché voces lejanas, pero no les hice casó, cerré los ojos agotada de vivir, esperando no volverlos abrir y me dormí.

La chica sin recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora