Hallazgo

Cartas que solo tú llegaste a leer.

Dylan,

Si estás leyendo esta carta, es probable que mi decisión se vuelva un hecho. Me gustaría pedir lo siento, en especial a ti, no sé por qué. No sé por qué tengo que pedir lo siento, si te soy sincera, pero algún hilo invisible tira en mi pecho empujándome a que lo haga.

Tampoco tenía pensando escribir una carta, solo quería hacerlo, pero sería egoísta dejarte sin explicaciones, ni agradecimientos cuando creo es lo mínimo que mereces, porque fuiste una de las razones que me convencía de quedarme un poco más. De aguantar un poco más.

¿Extraño, no? Eras el hilo que me mantenía atada a tierra. Y en algún punto, todas las razones dejaron de tener sentido en absoluto y el dolor se volvió tan abrumador que la presencia de nadie parecía capaz de esfumarlo.

Perdóname. Perdóname por no ser capaz de hacerlo desaparecer. Perdóname por no contártelo. Perdóname por obligarte a pasar por esto otra vez. Perdóname por no buscar más soluciones. Perdóname por no tener fuerza suficiente para soportarlo, perdóname por ser cobarde.

No puedo cargar más con el dolor, y después de todo lo que has pasado no creo que merezcas cargar con el de nadie más.

Por qué siempre he sentido, en el fondo, que soy eso. Una carga. Espero que luego de irme todo se vuelva más liviano. No te sientas culpable. Hiciste demasiado para evitarlo sin darte cuenta, lograste que el pensamiento no llegará a ser concebido por mi mente en una infinidad de ocasiones.

Gracias, por salvarme de mí misma tantas veces.

Gracias por protegerme, por confiar en mí, por demostrarte que existen personas con las que se conecta sin esfuerzo. Por enseñarme que existen hallazgos que causan que todo la travesía, sin importar que tan difícil haya sido, cobre sentido.

El haberte conocido hace que todo haya valido la pena. Incluso el dolor.

Creo que lo mejor es irme. Morir parece algo dulce, en comparación con vivir. Es fácil, me ahorrará todo. Dejará de doler Dylan, y es lo único que anhelo en estos momentos. Ya nada lo repele. Ya nada lo detiene.

Esa sensación me consume todos los días y no he podido frenar su avance, quizá era inevitable desde el principio, porque desde hace seis meses nada tiene sentido en sí. Desde hace seis meses lo que más quiero es volver a verla, y espero puedas entenderme y no molestarte conmigo por ello.

Perdóname, por favor, y gracias por la paciencia que tuviste conmigo. Por las conversaciones nocturnas y las esperanzas que me devolviste.

Gracias por darme razones para quedarme en este mundo.

Hazme un último favor, aférrate a la vida y disfrútala sin pensar en nada más. Ni siquiera en mí.

Llena tus pulmones de aire y percibe tu corazón latiendo en tu pecho sin sentirlo como una condena. Sonríe tanto que tus mejillas duelan, y vive de la forma que yo no pude. De la que yo no fui capaz.

Y sé que es egoísta pedirte esto, y muy hipócrita de mi parte, pero, solo: No te rindas.

Yo sé que eres más fuerte de lo que yo lo fui.

Te quiero, ojos tristes y te seguiré queriendo hasta que nos volvamos a ver.

La vista de las estrellas ha de ser más preciosa que en el tejado desde arriba, prometo guardarte el mejor lugar para que las veamos juntos.

—Drebear.