Cuarto día

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11/09/2025

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11/09/2025

Tomé una cucharada de cereal con leche, y lo metí a mí boca sin apartar la vista de la pantalla frente a mí.

Sentí una mirada fulminante. Fruncí el ceño. Eso no logró que apartará mis ojos de la película.

—¿Necesitas algo?

Susurré al posible fantasma que planeaba asustarme. Metí otra cucharada de cereal a mi boca, y dejé el plato en la mesa.

—Por ahora nada.

Salté del sillón hasta casi caer encima de la mesa y mi cabeza giró como la de un búho para ver de dónde se suponía provenía la voz, supliqué para mis adentros que no se tratará de mi oso de peluche que ha sido poseído.

Pobre, Señor algodón. Le pediría disculpas en caso de tener que apuñalarlo para salvar mí vida.

Lo pensé mejor, era probable que le permitiera asesinarme. No sería capaz de causarle un rasguño a ese peluche.

Una mano reposó sobre mi pecho, suspiré al ver a Dylan.

—Pensé que habías salido. Vanessa mencionó que irías a casa de un amigo.

Balbuceé, antes de dirigir mi vista de nuevo a la pantalla. Inhalé y exhalé, en un intento por regularizar mis frenéticos latidos de nuevo.

Tomé mi plato para comer otra cucharada de cereal.

Dylan se mantuvo observando el frente.

—¿El escuadrón suicida?

Asentí sin mirarlo.

—¿No te gustan más las películas románticas?

Rodé los ojos, deseando el regreso de su usual silencio para poder disfrutar por vigésima vez mi plato de cereal junto con esta película.

—Pueden gustarme las dos.

Me encogí.

Disfruto las románticas, por supuesto, tanto como disfruto una buena película distópica o de fantasía. No hay punto medio.

—Por lo visto eres un gran fan de DC. Tus películas lo dicen todo, ¿Las coleccionas?

Comenté en un tono casual.

Una prolongada pausa le siguió a esa pregunta.

—Sí, me gustan, son mis favoritas. Aunque prefiero la ciencia ficción. Y la colección no es mía, fue un regalo.

Asentí en silencio, y el sillón se hundió por su peso al sentarse a mi lado. No me cohibí de evitar reaccionar a mis escenas favoritas porque él estaba ahí. Permanecimos en un silencio—algo más cómodo—que yo rompí en más de una ocasión para reír, suspirar, refunfuñar, o mostrar mi desacuerdo con los personajes.

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