Si tu vida se desmoronará en este instante ¿Cuánto serías capaz de soportar para mantener unidos los pedazos?
A veces es imposible descifrarlo. No tienes respuesta a la pregunta hasta que sucede.
...
Seis meses atrás todo se derrumbó, no frente a...
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Abrí uno de los cajones para encontrarlo rebosando de maquillaje.
Contorno, corrector, iluminador, polvo, mascara de pestañas, delineado, brillo y lapiz labial.
Revisé de reojo las paletas de sombras, la mayoría casi vacías. Por curiosidad revisé la fecha de vencimiento para comprobar mis sospechas. Cerré el cajón.
Salí de mi habitación y bajé por las escaleras para encontrarme con Vanessa en la cocina, por inercia di un paso atrás, cerré los ojos con fuerza.
Lo sé, eso pudo parecer maleducado, como si la estuviera evitando.
Quizá lo parezca porque lo es.
De todas formas, se percató de mí presencia.
—Ve a vestirte, vamos a salir todos juntos.
La miré de reojo.
Asentí en respuesta.
Me cambiaría y ya. O mejor aún, iría en pijama.
Suspiré.
Me obligué a mí misma a subir las escaleras, a pesar de la tentadora idea merodeando por los rincones de mí mente, intentando persuadirme de quedarme en cama todo el día.
Mí respuesta seria negativa de no saber que me obligaría a ir o insistiría hasta que accediera.
Quiero dormir hasta mañana.
Solté un bostezo, avanzaba en el quinto escalón cuando Dylan bajó, me aparté a un lado para permitirle pasar y mis ojos se centraron en sus ojeras más acentuadas y la sombra del moretón que seguía en su mandíbula.
Tenía razón. Vanessa nunca preguntó.
Me sorprende que tampoco noté la mirada desconsolada y los ojos tristes.
Eso es lo único que transmiten.
Y para mí es imposible no percibirlo.
—Dylan, ve a ducharte, vamos a salir.
Ordenó.
Dylan soltó una risa breve desprovista de gracia.
—¿Todos juntos?
Vanessa asiente.
—Sí, apresúrate.
—No.
Dylan hace una pausa breve.
—No iré a ningún lado.
Cerré los ojos con fuerza y subí el tramo de escalera faltante con prisa, no me quedaría a esperar una confrontación.
Me detuve antes del último escalón y lo salté para evitar pisarlo, antes de correr hasta la habitación.
Escuché el eco de los gritos atrapados reverberando en las paredes.