Micaela observó a su alrededor y todo en el apartamento era un caos, las mesas estaban cubiertas de vasos, botellas vacías y restos de comida, había una gran mancha en el piso de algo que se derramó, el televisor seguía encendido con la pantalla en negro porque el vídeo ya se había acabado hacía rato.
Miró hacia el mueble más cercano, Celeste estaba dormida plácidamente y acurrucada de lado. Se giró hacia el segundo mueble y no lo pudo evitar, soltó la risa al ver al huésped, estaba literalmente destruido, durmiendo boca abajo pero con una habilidad única para mantener sujeto el vaso de ron que tenía en la mano; Celeste y Manuel se habían quedado dormidos mientras Diego y ella conversaban largo rato en el pasillo del apartamento.
Todavía no se lo creía, desde hacía unas horas era la feliz y a la vez aterrada novia de Diego.
Cuando ellos entraron de nuevo ya sus amigos estaban profundos, Diego quiso despertar a Manuel y llevárselo pero Micaela le insistió en que no había problema en que lo dejara; de todas formas, como copiloto no le iba a servir de mucho. Igual así le hacía compañía a Celeste, porque tampoco pensaba sacarla de su zona de confort. Diego aceptó con la condición de que ella se burlara de ellos en el desayuno por la borrachera y por las coreografías de One Direction. «Trato», dijo ella, y lo sellaron con un beso.
Micaela buscó unas sábanas y los cubrió, le quitó el vaso a Manuel antes que se le cayera, apagó el televisor y las luces; la mancha del piso la dejaría para después.
A pesar de estar cansada no tenía sueño. Fue a su habitación y se puso el pijama, se sentó en su lugar favorito, que era el marco de su ventana, y se puso a observar las calles desde el cristal. Desde ahí pensaba en todo lo que había vivido en esos días: los sueños repetitivos, la visita a la vidente, el accidente, y por supuesto en Diego, que apareció de la nada haciendo que su mundo se volteara de cabeza; y estaba relacionado de una manera increíble con todo lo anterior.
Eran muchas cosas juntas, más de las que le habían pasado en mucho tiempo. La vida de Micaela consistía en estudiar para graduarse de administradora de empresas y en trabajar para pagar el alquiler del apartamento. Quería seguir con esos planes, porque de eso nada había cambiado, pero algo sí comenzaba a ser diferente, y es que allí estaba, sentada en la ventana de su cuarto siendo la novia de alguien, apostando al amor de nuevo y comenzando a creer otra vez en la magia. Eso si no estaba en sus planes.
Miró el cielo estrellado, cerró los ojos y pidió... Pidió que esta vez no fuera un truco detrás de otra ilusión, estaba teniendo un acto de fe y no quería salir herida en el intento.
💙
El olor a café impregnó su nariz, el movimiento del colchón la desperezó un poco. Abrió los ojos lentamente y enfocó la vista, Celeste estaba sentada al pie de la cama con una taza en la mano, observándola; lucía recién duchada y tenía puesta ropa limpia.
―Buenos días, Micaela.
―Buenos días ―contestó con voz pastosa. Se aclaró la garganta y a juzgar por el ceño fruncido de Celeste pudo notar que ella no había comenzado la mañana con el pie derecho.
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No te vi, te reconocí ©
RomansaUna serie de sueños extraños e inexplicables conducen a Micaela Andrade a leerse las cartas del Tarot. Sin creer en poderes sobrenaturales y presionada por su mejor amiga recita un hechizo. Un accidente tiene como consecuencia que el sueño de Micael...