Capítulo 21

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Las pesadillas la carcomían cuando dormía. Había soñado con vampiros. Pero no eran vampiros que se parecieran a April, o a Thomas. Eran más monstruosos de lo que en realidad deberían ser. Sus colmillos eran más alargados y su piel más oscura, grisácea. Y en todas las escenas aparecían llenos de sangre. Sangre en las manos, sangre en sus bocas, sangre en todo su cuerpo, sangre en sus cabellos. Sangre, sangre y sangre. Nada más que sangre.

Sophie no estaba allí cuando despertó, pero lejos de preocuparse, sintió un gran alivio. Quería estar sola desde hacía mucho tiempo. Dejó caer su cabeza sobre su suave almohada, soltando un gran suspiro que se debía a Arsen. Lo sabía. Le hacía mal pensar en él. Cerró los ojos unos instantes, pero luego un dulce aroma a canela mezclado con olor a quemado la sobresaltó. Como si alguien estuviera cocinando. Rápidamente se puso su buzo de los Lakers que a Chris ya le quedaba chico pero a ella todavía le sentaba grande, y bajó las escaleras muy sigilosamente.

Se detuvo al ver a un muchacho de ancha espalda de un metro ochenta y pico, con musculosa naranja pálido y bermudas a rayas blancas y negras. Sabía quien era, pero no quería saberlo.

Él se volteó, con una sonrisa de oreja a oreja. —Blair—exclamó—.Por fin despertaste.

— ¿Qué estás haciendo aquí, Arsen? —le soltó, esquivando su abrazo y avanzando hacia la cocina. — ¿Y qué es esto? —preguntó, señalando una bolsa de cartón de Starbucks.

—Son rollos de canela—contestó, caminando hasta frenarse a su lado—.Pensé que te gustarían.

—Me refería a por qué estás aquí con comida.

Él suspiró. —Bien, lo siento. Es eso lo que querías oír, ¿verdad?

— ¡No! —casi gritó—.No necesito tu disculpa, no necesito nada que venga de ti.

—Eso es mentira—le dijo, casi en un susurro.

—Vete—le dijo, intentando empujarlo por el brazo. Era musculoso, demasiado, y podría haberse quedado ahí todo el día admirando su musculatura. Pero lo odiaba. En ese momento lo odiaba. — ¿Cómo entraste, de todos modos?

Arsen sabía que no debía decirlo, pero necesitaba saber algunas cosas. Podía entender el enfado de Blair, pero no podía entender por qué su amiga parecía odiarla un día y al otro no. —Sophie me llamó para que viniera. Dijo que estabas algo deprimida. ¿Es por tu padre?

No lo sabía. Ni siquiera estaba segura de estar deprimida. —No lo estoy. Solo estoy cansada y...

—Entonces desayuna conmigo. —Lo había dicho con una voz sumamente tentadora. Como si estuviera proponiéndole casamiento. Blair no dijo nada y se sentó en la mesa. Él sonrió.

—¿Ya besaste a Franz? —le dijo, casi inocentemente, mientras abría el paquete de rollos de canela. Se moría por saberlo, los celos lo abrumaban. Blair lo miró fulminante y no hizo falta decir nada más. —Bien, lo siento—rio. —Es solo que pasan mucho tiempo juntos, últimamente.

—No significa que quiera besarlo.

—Pero él sí. —Le tendió el rollo de canela más grande a Blair. —Aunque sea solo para fastidiarme.

Eso ofendió a Blair un poco. Quería pensar que Franz estaba interesado en ella y que eso no significaba que fuera para molestar a su primo.

—No todo gira en torno a ti—masculló.

—Bien—dijo, dejando su rollo en la mesa con brusquedad—. ¿Qué es lo que te sucede? En el funeral estabas menos dura conmigo.

— ¡Eso fue porque mi padre había muerto y tú estabas allí! —exclamó, fuera de sus casillas. —¡No podía ser dura contigo! No tenía las fuerzas. Y tampoco era lo correcto.

MoonlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora