Capitulo 3

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Era obvio que su madre se iba a enojar cuando llegara. Ya había anochecido y le esperaba un sermón. Chris le abrió la puerta y levantó las cejas, para luego preguntarle dónde estaba.

—Con unas amigas—respondió con una sonrisa.

— ¿Amigas? —Hizo una mueca que a Blair le molestó. Lo fulminó con la mirada y él se rio. Pero no era un chiste.

En el umbral de la puerta se encontraba una Alice enojada de brazos cruzados. Pero antes de que comenzara a hablar, le dijo:

—Lo siento, ¿si? Por primera vez en la vida tengo amigas y no iba a desperdiciar el momento por una estúpida medicina. —Abrió el frasco que había sobre la mesa e introdujo una pastilla a su boca sin agua. No sabía cómo podía hacer eso, pero era algo normal para ella; tomarla sin líquido. Chris siempre se impresionaba de cómo lo hacía, y levantaba las cejas, para luego preguntar si se había atragantado, a lo que Blair siempre respondía que no. Pero esta vez, sí se había atragantado. La estúpida pastilla parecía no querer pasar por su laringe y se había estancado ahí dejándola sin aire.

Las lágrimas caían por sus mejillas mientras su familia intentaba salvarla. Su padre la rodeó con sus brazos y apretó su estómago hasta que la pastilla salió disparada de su boca.

Blair se horrorizó más cuando vio que el color de la pastilla no era rosa, como era normalmente, sino de un color opaco, negro. Comenzó a gritar, recordando su sangre en la tijera aquel día, que se había vuelto del mismo color. Alice la tomó en sus manos rápidamente, como si quisiera esconderla, mientras Chris recogía la píldora del suelo y la arrojaba a la basura.

— ¿Mamá? —le dijo entre lágrimas. — ¿Qué fue eso?

—Nada, pequeña—le dijo, acariciándole la mejilla—.Tómate otra, pero con agua esta vez. —Y le sirvió un vaso.

Se le hizo difícil tragar la pastilla porque estaba asustada, pero al final, lo hizo. Con todo el esfuerzo del mundo.

Fue a su habitación y se sentó en su cama. Podía escuchar su corazón latiendo como pasos en la escalera. Había algo raro en ella.

Tomó la cadena que tenía puesta en sus manos y la desprendió del cuello. El dije, una llavecita de oro, abría un pequeño cajón de su cómoda. Con las manos temblorosas, abrió el cajón y encontró una bolsa ziploc en la que guardaba la tijera con sangre negra. Estaba ahí, intacta desde aquel día y la había guardado porque sabía que algo en ella no estaba bien. A su lado, había otra bolsita con fotografías familiares y una de cada uno de su familia. Estaban agrupadas por clips de colores.

Uno de ellos, separaba las fotos de sus padres de jóvenes; otro, de su hermano de pequeño y de hace unos años; otro de toda la familia junta; y por último uno que separaba fotos de ella misma.

Chris se parecía a ambos de sus padres. Tenía la nariz respingada de Alice, y sus ojos color miel. Los de George eran un poco más oscuros. Chris también tenía unas cuantas pecas que había heredado de su padre, y obviamente el cuerpo tonificado lo había heredado de él, ya que cuando George era joven, prácticamente podían haberse hecho pasar por hermanos. Ambos con cabello oscuro, al igual que su madre.

Y luego estaban sus fotografías. Mechones rubios llovían sobre sus ojos verdes que no sabía de dónde habían salido. Ni sus abuelos maternos ni los paternos tenían ojos así, y ni siquiera los tatarabuelos. Era completamente extraño. Además, su rostro era distinto. Como si fuera hija de otros padres.

Lo que era más extraño aún, es que no había ninguna fotografía suya del día en que nació. Ninguna, ni siquiera sus padres tenían una. Solo desde los 7 meses en adelante. ¿Eso debería decirle algo? De hecho, lo hacía. No solamente sospechaba que era adoptada, sino que sabía que lo era. Cuando tenía doce, se había quedado en casa sola una vez. Se las había ingeniado para hurguetear todos los cajones y carpetas de sus padres, en busca de algún formulario de adopción. Buscó archivos en computadoras, y llamó a los orfanatos del estado. Pero no había caso. Blair Gallagher no aparecía en ningún lado. Y eso le preocupaba. No porque le importara ser hija de otros padres, sino porque sabía que, de alguna forma, ella no tenía padres. Es decir, obviamente que los tenía, pero no eran padres existentes.

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