Capítulo 17

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Sus ojos eran de un color dorado con motas rojas, como si estuvieran salpicados con sangre. Su piel era totalmente pálida, a excepción de sus labios que eran de un rojo pasión, parecido a lápiz labial.

Blair no supo qué hacer. Podía sentir el frío que su cuerpo emanaba, a pesar de que estaba a dos metros de distancia. Podría haberlo atacado, morderlo, rasguñado, lastimado de alguna forma pero, en cambio, se quedó en silencio, observándolo, indefensa para cualquier ataque que él pudiera realizar. Pero él tampoco hizo ni dijo nada. También la observó, y a Blair le dio la impresión de que probablemente él sí estuviera preparado para algún ataque.

Abrió la boca para hablar, pero al instante la cerró. Vio cómo Chris caminaba hacia el auto mirando a Sam, que estaba detrás de él. El vampiro se volteó al oir las voces, y antes de que su hermano y su amigo estuvieran cerca de ellos, ya había desaparecido.

Blair oyó los insultos de Chris hacia la sangre que había en su auto, y también cómo Sam se reía, burlándose. Cuando su hermano, luego de abrirle y cerrarle la puerta a la hermana de Sam y a Sam, estaba por rodear su auto para entrar en él, Blair le dijo, todavía con el impacto que el vampiro le había dejado y el frío que provenía de él—: No te preocupes, Chris. —Sintió cómo él se detenía. —Probablemente un pájaro se estrelló. —Estaba hablando, pero no parecía ella. Su voz era helada, alejada de la realidad, desconcentrada. Estaba pensando en el vampiro.

Mi hermano se acercó a ella y la rodeó con sus brazos. —La sangre te recuerda a papá, ¿verdad? — Pero Blair no respondió. No podía decirle que la sangre le recordaba a vampiros, porque iba a creerle una lunática. —Vas a estar bien, Blair. —Hizo una pausa. —Vamos a estar bien—agregó, como si lo dijera para sus adentros, para convencerse a sí mismo.

La joven apoyó su cabeza en el hombro de Chris y dejó que él le acariciara la cabeza, como hacía cuando eran pequeños. Blair recordaba que en esos momentos, hasta llegaba a quedarse dormida en sus brazos. Era su hermano, y lo quería más que a nadie.

—Olvídalo—susurró—.Vamos—agreguó, a punto de abrir la puerta de su auto para adentrarse en él.

— ¿Segura? Tus amigos están allí todavía.

Blair echó un vistazo a la gran ventana de vidrio que había en la casona. Podía verlos. Sophie la miró y Blair hizo lo mismo. Su amiga asintió, en forma de aprobación, y Blair entró al auto de Chris. Lo único que necesitaba ahora era un tiempo en familia, aunque Sam y su hermana Claire estuvieran también.

***

Chris dejó a sus amigos en una casa que quedaba a unas cuadras de la de ellos, supuestamente de una tía de ellos, y luego condujo a su hogar. Se veía normal, pero no lo estaba. Blair buscó la llave en su bolso y dejó que Chris entrara primero. Dentro estaba oscuro, a pesar de ser por la tarde y que el rayo del sol entraba por todas las ventanas. El silencio que había en la casa era un silencio vacío, que nada nunca podría volver a llenar.

La joven fue a la cocina e hizo café para Chris y para ella. Recordaba una ocasión en la que había hecho el mismo café, casi en la misma situación. El abuelo John había muerto, sus padres habían viajado a Georgia y ambos hermanos se habían quedado. Blair había insistido en ir, pero como Chris no quería hacerlo, acabé aceptando por el hecho de que no podía dejar a su hermano solo.

Cada navidad, el abuelo llegaba a la casa con regalos y comida riquísima. Ese día, la navidad de cuando Blair tenía doce años, Chris se había levantado tarde, porque había ido a una fiesta la noche anterior. Su equipo de fútbol había ganado el campeonato y su amigo Chase había hecho un gran festejo. Esos tiempos eran los que a Chris lo único que le importaba era el fútbol. Y el abuelo John se enojó, porque él quería que estudiara en Harvard, y por supuesto, debía prepararse, aunque le faltaban todavía tres años para graduarse. El abuelo John tenía contactos y era casi seguro de que Chris podía entrar con una beca. Pero a su hermano no le interesaba Harvard, ni la carrera de derecho que el abuelo quería que estudie. Él quería jugar al fútbol profesional en Wake Forest, aunque estuviera a seiscientos veintiséis kilómetros de casa. Sus mejores amigos lo iban a hacer y esa sería su vida perfecta.

MoonlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora