El sonido de aquellos tacones golpeando el suelo se había ido convirtiendo, poco a poco en música para mis oídos, en algo así como la salida de mi infierno...
Cierto era que a pesar de todo lo que había pasado entre nosotros; yo no lograba olvidarme de Tenten ni un solo segundo, que había pensado en ella y la había extrañado cada día desde la última vez que la vi, que había perdido ya la cuenta de los meses y apenas sabía en qué año nos encontrábamos. Sin embargo la llegada de Hinata a mi vida había sido de provecho: me había ayudado a seguir adelante, a no salir corriendo a comprar un boleto para el primer vuelo con destino a Konoha, sin embargo era también un recordatorio constante de que Neji estaba quedándose con el corazón del que yo me sentía dueño, que Neji estaba robándose aquél amor que yo pensaba que por derecho me pertenecía, que era él quien podía acariciarla, abrazarla, regañarla, buscarla, verla, quererla y hasta invitarla a todas partes... Era un recordatorio constante de que Neji podía oler aquél aroma a durazno que despedía su cabello y que tal vez había llegado a besarla, a pasar una noche juntos, a amarla como yo no podía hacerlo. Y era justo todo aquello lo que me hacía ser tan vengativo con Hinata, tan fuerte y tan descuidado con mis toques y mis caricias, era por eso que, a veces, mientras ella se entregaba a mí con ese cuerpo frágil y delicado, con esa sonrisa radiante y esos ojos iluminados, yo terminaba por lastimarla, le dejaba moratones y la hacía llorar... incluso ya una vez había acabado por estamparle mi mano abierta en el rostro y por gritarle que ella no era quien yo esperaba... Después de eso me invadía un dolor tan profundo y tan grande que terminaba por ir a buscarla, por abrazarla y pedirle perdón.
Yo estuve enamorado de Hinata desde que la conocí. Sus manos, su cabello, toda ella era tan pequeña en aquél entonces que me resultaba atractiva, deseable, hermosa... era alguien a quien un monstruo como yo podría amar y proteger sin problemas. Por desgracia todo aquello había cambiado en el momento que Neji nos pidió ir por la niña panda, fue entonces; cuando la vi tan desprotegida, tan aterrada y preocupada que mi corazón no pudo evitar agitarse, comenzar a latir de una manera irremediablemente estúpida y me había resultado tan molesto, tan incómodo, tan diferente y tan fuera de lugar que mis sentimientos afloraran que había tenido que tratarla con desprecio cuando subió a mi motocicleta.
Recordaba constantemente cómo ella había abrazado mi cintura para poder sostenerse y cómo yo la había atacado, evitando de esa manera sonrojarme, recordaba una y otra vez aquél abrazo que Neji le había dado, aquellas palabras que me golpearon el orgullo, ese "Puedes confiar en mí" que me hizo sentir celoso, muerto de envidia, vivo y con ganas de asesinarlo... Fue entonces que me decidí, que supe que tenía que buscarla, que necesitaba hacerla mía, enamorarla, fue entonces que la busqué y la invité a mi casa, que me acerqué a ella de la misma manera que antes me había acercado a muchas, pero ésa vez fue diferente, fue... sincera. Entonces la busqué, la traje a mí, la acerqué, me acerqué, comencé a cuidarla, a buscarla, a quererla, a celarla y a amarla. Pero como era de esperarse, las cosas se salieron de mi control e Itachi me obligó a salir de Konoha para que yo no pudiera convertirla en mía, para que "me olvidara de ella", pero su plan había resultado de todo menos eficiente. Cuando pisé Francia llegué a creerme que la olvidaría... Por desgracia me había equivocado: Ahora la pensaba y la amaba con más profundidad que antes.
Escuché cómo la puerta se abrió y vi a la mujer de cabello oscuro con quien había estado pasando mis noches y con quien compartía mi almohada, a esa mujer a la que yo ya había dejado de amar.
- Hinata, amor. Entra.
-----------------------------------------------No estaba seguro si debía haberle dicho, si debía haberle contado pero, era tanto mi miedo por su reacción que me resultaba atemorizante...
Nos encontrábamos en el patio trasero de mí casa, sentados en los columpios que mi Tío le había comprado a Hinata cuando ella cumplió los 6 años de edad. Me dediqué a observarla en silencio, sintiéndome preso de sus ojos café y sus labios pequeños, la vi a sentada a mi lado y no pude evitar acercarme a ella. Tenten me miró confundida pero, yo no di paso a las preguntas o a las dudas y simplemente fui a estampar mis labios contra los de ella... Tenten me correspondió rápidamente y así se nos pasaron los minutos, hasta que me atreví a separarme de ella, cosa que pareció no encantarle pero su cara de puchero y sus ojos acusativos no causaron en mi otra cosa que no fuese una enorme carcajada seguida por una de Tenten al darse cuenta de lo ridículamente bella que se veía de aquella manera, y entonces, entre risa y risa me atreví.