Makayla
Rasqué detrás de sus orejas como si de un perro se tratase, obligándole a bajar la cabeza. Sabía perfectamente que estaba ansioso por escuchar la gran confesión. Lo sentía por la velocidad de la sangre que corría por las venas del chico.
-Antes de nada, quiero decirte que todo fue idea de tu amigo, Roy.
Sentí su respiración volverse pesada y oculté una sonrisa. Organicé toda la información que iba a soltarle de golpe. Lo tenía todo planeado, un plan sencillo y fácil de llevar a cabo. Sin ningún tipo de peligro.
-Primero tienes que volver a ser humano... Ve a por ropa y te esperaré aquí.
Él me miró y supe que se iba a negar cuando gruñó y volvió a colocar su cabeza bajo mi mano. Me lo esperaba.
-Entonces no te lo contaré -sentencié, quitando la mano bruscamente-. Y créeme, era algo genial. Bueno, quizá no tan genial ya que podría suponer mi persecución. Pero en serio, era algo interesante.
Me levanté y me encogí de hombros. Comencé a andar, lentamente alejándome del territorio, con el lobo pisándome los talones, atento, escuchando a cualquiera que se acerque. Llegó un momento, cuando el sol comenzaba a perder fuerza, que detecté el olor de otro territorio cerca y el lobo se me puso delante, impidiendo el paso. Aguafiestas. Por una vez, iba a hacer caso. Pero solo porque sabía que no era buena idea. Ahora, con él delante, no podría transformarme y no sería todo tan divertido. Cuando iba a darme la vuelta, el chico-lobo abrió las fauces, dándome a entender que aún no nos íbamos. Puse cara de asco. ¿Hacer caso a alguien que no soy yo, dos veces en un día? No señor. Me di la vuelta y comencé a andar de nuevo. Algo chocó contra mi espalda y me hizo caer de bruces contra el suelo, raspando mis manos con el suelo. Rodé, tirando al lobo al suelo. Él volvió a embestir contra mí, que, viéndolo venir, me aparté. Ahora, recostado contra una roca, se encontraba el lobo blanquecino.
-Vuelves a intentar tirarme, y no vuelves vivo con tu manada. Se van a llevar un buen disgusto -hablé, notablemente enfadada-. Imbécil.
Cuando se levantó, rugió y enseñó los dientes. No iba a quedarme esperando. Se abalanzó de nuevo sobre mí y esta vez no pude empujarle. Un sonido gutural me inundó los oídos y, a dos centímetros de las fauces de la bestia, estaba algo asustada. Decían que a los lobos se les iba mucho la pinza, prueba de ello soy yo, lo tengo asumido. Miré sus ojos y solo vi su lado animal. Había pasado varias veces por situaciones similares que había solucionado transformándome y dando un par de mordiscos, pero aquí no podía. Me quedé inmóvil sobre las hojas cuando él se quitó y volvió a gruñir para luego salir corriendo hacia el otro territorio al que habíamos llegado. Reaccioné varios minutos más tarde. Estaba sola, era libre. Me levanté y comencé a correr. Se acabó. Cuando y llevaba corriendo algo de tiempo, escuché un coro de aullidos. Aquel alfa se había dado cuenta y solo se le había ocurrido buscar en su territorio. ¿De verdad pensaba que iba a irme allí a llorar? Me transformé y aumenté la velocidad. Ahora ya no volvería a alcanzarme mientras yo estuviese despierta o atenta. Paré en un árbol que marcaba otro límite de territorios y, con mis garras, escribí:
"Cuida al diablo"
La verdad es que no pensaba volver. No lo iba a hacer. Pero eso no significa que sea una insensible, quiero que aquel diablo esté bien. Y, muy en el fondo, quiero que sea un lobo negro cuando pase el cambio, solo para ver como reaccionaría aquel alfa. Tenía curiosidad. Si algo es seguro, es que estaré pendiente de aquellos dos, desde lo lejos. Alguien tiene que protegerlos. Llevaba prácticamente toda mi vida arrasando manadas, matando y dejando a familias a la intemperie, pero a todos nos llega la oportunidad de cambiar y ellos eran la mía. La oportunidad de pasar de demonio a ángel de la guarda. Claro que les había cogido cariño, pero lo de quedarme, rodeada de gente, sin poder ser libre... No. No iba a renunciar a poder correr libremente por el bosque, a hacer lo que me gusta, a ser la pesadilla de todo el mundo, a ser yo.
Atravesé el bosque, llegando de madrugada a la pequeña guarida donde había vivido estos años.
Noah
Corrí hacia el territorio al que habíamos llegado, dejándola sola en el límite. Pedí ropa, afirmando que iba sin malas intenciones y, en cuanto la tuve, volví al lugar exacto donde ella se quedó. Ahora estaba vacío, no se oía nada y tampoco percibía ningún olor. Algo empezó a deshacerse dentro de mí, apenas podía respirar. Sentía que me iba a deshacer trocito a trocito, lenta y dolorosamente. Destrozando aquella ropa que acababan de darme, salí corriendo hacia mi territorio, pensando, como un estúpido, que ella iría allí. Entré en pánico. Como un inútil pregunté a todos los guardias. Perdí mi tiempo buscando en lugares a los que ella no volvería. Ordené que la buscasen mientras yo moría poco a poco sin ella. Con el diablo en mis brazos, refugiándome en algo a lo que ella tuvo aprecio, algo que una vez fue nuestro.
Ahora, cuatro años después, sigo sufriendo en silencio, pero he cambiado. Ella deja mensajes para mí, aunque nadie la ve. Se que es ella porque sigue llamando a Ian diablo. Porque me llama imbécil. Lo escribe en los árboles, no se cómo. Sigo buscándola a veces, sin darme cuenta. El vacío que ella dejó solo puede taparse si pienso en sus ojos, sus labios. Solo si pienso en ella.
Ian pregunta por sus padres y tengo miedo. A veces temo ser rechazado por él. Por otra parte, estoy feliz de decirle que su madre es Makayla. Hay cosas que no voy a poder afrontar sin ella y para Ian también es duro.
Roy y yo hemos vuelto a ser amigos, aunque a pesar de eso, no me ha dicho lo que Mak quería decirme aquel día. Ahora él ha rehecho su manada, vuelven a tener un territorio y se han puesto manos a la obra para buscar a mi chica.
Miro hacia abajo cuando Ian tira levemente de mi pantalón.
-¿Podemos ir a dar una vuelta? ¡Por el bosque!
Sonrío y asiento. Le pongo una chaqueta y revuelvo su pelo antes de salir de casa, la misma que aún olía a Mak. Sale dando pequeños saltos por el jardín y luego me da la mano. Me cuenta lo que hicieron ayer en la escuela y me habla sobre sus amigos. Dice que ganaron un partido de fútbol el otro día y que les van a dar un trofeo.
-¿Podrás venir a ver como nos dan las medallas? Es mañana.
Suspiro. Mañana tenía una reunión importante.
-Intentaré ir, Ian, pero papá tiene trabajo importante, ¿vale?
-Entonces no vas a venir -afirma, mirando al suelo.
-Vamos, he traído la pelota de béisbol para jugar, pequeñín.
Murmura algo y anda lentamente, mirando al suelo y no muy emocionado, cuando de repente escucho algo arañando un árbol. Un lobo. Cuando intento captar un olor, este se esfuma y el sonido cesa. Ian me mira con los ojos muy abiertos y le cojo en brazos para avanzar más rápido. Siento el aire frío pasando rápido a nuestro lado y me doy cuenta de que estoy corriendo. Al final, veo un árbol arañado. Una frase que me deja congelado, agarrando a Ian que sonríe alegre e intenta tocar el tronco escrito.
"Yo iré, diablo"
-¡Mamá va a venir! ¿Voy a conocer a mamá? -me pregunta dando palmadas. Asiento a modo de respuesta, incapaz de creerlo aún- ¡Bien!
Sin haber jugado a nada, nos volvemos a casa. Doy la orden de aumentar la vigilancia. Quería a todo el mundo preparado para esto. No quería que se me volviese a escapar.
-Papá, ¿vas a venir a ver como me dan las medallas? ¿O solo vas para ver a mamá? -pregunta el chico, pillándome algo desprevenido.
Me encontraba anulando la reunión para poder asistir al evento, pensando que Ian había ido a dormir ya. Pedí disculpas al otro alfa que se encontraba al teléfono y colgué. No sabía que decir. Me había puesto entre la espada y la pared. Tenía razón. Aquella reunión era importante y la había anulado porque necesitaba a Mak de vuelta, pero sin embargo, no había pensado en lo que tenía y podía perder poco a poco. Ian era lo único que me quedaba ahora y lo estaba perdiendo por concentrarme en algo que ya no tenía.
-Si mamá no quiere que la veas, a lo mejor ya no va si tú estás allí. Ella sí viene a verme a mí, no como tú.
Le vi subiendo las escaleras corriendo y escuché como la cama se hundía. Aquel niño era muy listo y lo estaba demostrando. Su llanto llegó a mis oídos y me quedé donde estaba, como un imbécil. Mak tenía razón.
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She wolf [SHE 1]
WerewolfMakayla es una loba negra. Ser un lobo negro implica ser odiado, perseguido y asesinado. Los lobos negros son fuertes, ágiles, sus sentidos son mejores que los de los demás lobos. Pero nadie les quiere. Makayla lucha por la igualdad de su espe...