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A paso lento se alejaban dos personas por el bosque.

Noah abrazaba con fuerza a Ian, el cual se encontraba dormido, ardiendo por la fiebre. El pequeño había dejado de sangrar varias horas atrás, aunque aún se podía apreciar el rastro que esta había dejado en el rostro del niño. Pálido y con algunas de las lágrimas de su padre cayéndole encima, parecía haber muerto ya. Noah se negaba a pensar en aquello, se aferraba a la ligera respiración del niño.

La noche estaba comenzando a caer y el frío iba en aumento. Era hora de buscar un refugio para pasar la noche. Noah tenía claro que aquellas paradas solo iban a ser para descansar, no iba a malgastar demasiado tiempo. Cuando se dio cuenta de lo inmenso que era ese bosque y de los pocos lugares que había para refugiarse, aumentó el ritmo, esperando encontrar un pequeño refugio. Pensó que todo sería más fácil si se transformase, pero no podía dejar solo a Ian. Todo eran peros. Comenzaba a enfadarse, nada le estaba saliendo bien.

El eco de una voz gritando su nombre le llegó a sus oídos justo cuando estaba a punto de rendirse y tumbarse en cualquier parte. Se dio la vuelta, esperando poder ver a alguien, en cambio, la voz se volvió  escuchar. La reconoció. Era la voz de Roy, su amigo. Esperó un par de minutos hasta que el otro chico, un poco más bajo que él, se posicionó a su lado.

-No puedo creer que vayas a hacer esto de verdad. Pensé que matarías a tu padre o algo.

Noah bajó la vista al suelo.

-Ya -susurró, sin saber qué decir-. Supongo que solo buscaba una escusa para salir corriendo, aunque hubiese preferido algo menos doloroso. ¿Qué haces aquí?

-Soy tu amigo. Salí corriendo en cuanto me enteré, yo también se lo que es perder algo importante. Bueno, ¿por qué no buscamos un sitio para pasar la noche y mañana seguimos con el camino?

Noah le miró entrecerrando los ojos. Sí, Roy era su mejor amigo, pero aún recordaba el incidente con Mak.

-¿Me tomas por tonto? No hay ni un solo sitio en este bosque, Roy.  

-¿Estás seguro? Porque te recuerdo que tu chica ha pasado toda su vida durmiendo aquí, en este bosque, sin ser encontrada o herida. Y desaparecer no es una habilidad de los lobos negros.

Noah asintió. ¿Dónde se escondería Mak cuando vivía en el bosque? Tenía que ser un sitio seguro, fuera del alcance de las manadas que iban tras ella. Elevó su cabeza. Algo más adelante, entre las copas de los árboles, consiguió ver una rama algo más grande que las demás, sobre la que reposaban tablas de madera formando una casa algo pequeña. Tan pequeña que probablemente solo pudiese entrar una persona.

Comenzó a andar en esa dirección y se plantó justo al lado del gran árbol.

-¿Cómo subimos? -preguntaron los dos amigos a la vez.

-Papá -susurró Ian con voz ronca, para luego ponerse a toser y a temblar.

El corazón del chico se aceleró y no dudó en recostarlo en el suelo, junto a él. 

-No podemos subir con Ian en este estado, Roy. Sube tú si quieres, tienes más visión desde allí.

Su amigo miró dudosamente aquella casa en lo alto del árbol e investigó una manera de subir.  

Tras varios resbalones y sustos, Roy consiguió subir y alzó un pulgar hacia Noah, el cual abrazaba a su hijo mientras intentaba que este bebiese algo de agua.

-¿Mamá nos echa de menos? -preguntó Ian después de tragar un poco de agua.

-Sí. Claro que sí. Como nosotros a ella o más -respondió Noah, acariciando la cara de su hijo.

She wolf [SHE 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora