Cuando volvió en sí, no sabía qué hacer. Se estaba ahogando y todo era borroso y confuso. Había fuego y hacía calor. Se arrastró por el suelo impulsándose con sus antebrazos. Cuando salió de aquella casa en llamas se tumbó en el césped, intentando recuperar el aliento. Miró hacia el cielo, supuso que se hayaba blanco, pues el humo lo había vuelto todo de un gris oscuro que ponía los pelos de punta. Cuando el frío comenzó a llegar a ella, se abrazó a sí misma e intentó no perder los estribos. ¿Estaría Noah a salvo? Tenía que ir a por él, pero las cosas se complicaron cuando su cuerpo comenzó a temblar y ella tuvo que toser un par de veces. Sangraba por la nariz y le dolía la cabeza. Sus labios estaban morados por el frío y sus pies se habían quedado inutiles, no podía moverlos. Rugió. Se incorporó hasta quedar sentada y no pudo evitar apartar la mirada, todo aquello era horrible. La ira corrió por sus venas y quiso tener al que había provocado todo eso, quería estrangularle, derramar su sangre y tal vez hacérsela tragar. Todo se volvió rojo ante sus ojos y se levantó con mucho esfuerzo.
El chico, aún tirado cerca del gran árbol contra el que había sido lanzado por la explosión, se llevó una mano a la cabeza. Tocó su cara e hizo una mueca de dolor, una herida se había abierto bajo su ojo izquierdo. Algo le atacó de repente, Makayla. Se levantó de golpe y tuvo que agarrarse a otro árbol para no caerse debido al mareo. Las nauseas vinieron a él pero no se peprmitió ser débil justo en ese momento. Comenzó a andar entre los gritos de la gente, los gritos de su manada, los de los padres llamando a sus hijos a través de las llamas que inhundaban el lugar. Ayudó a una mujer que se tambaleaba con su hijo en brazos, sujetó al niño y lo llevó a una zona segura donde empezaban a reunirse muchos miembros de la manada.
-Gracias, Alfa -susurró mirando al suelo-. Tienes que buscar a Makayla, tenemos que ganar esta guerra.
Noah asintió y entregó al niño pequeño a su madre, para luego desplazarse rápidamente, todavía algo aturdido, hacia donde se encontraba Makayla. La vio antes de llegar. La chica estaba sentada en el césped, con las manos en la cabeza. Parecía perdida, como si hubiese perdido la poca esperanza que le quedaba y y la sostenía. Se acercó a ella y sin decir palabra, la tomó entre sus brazos. La chica estaba magullada y no parecía en buen estado. Su nariz sangraba y sus pómulos se habían pintado de un color morado pálido. Temblaba de frío, pero ella ardía. Gruñó. Iba a acabar con aquello, mataría a los que habían herido a Makayla.
-Estoy bien. Noah, tienes que salvarles. Salvales a todos.
-Eres tú la que más me importa -gruñó él mirándo los ojos de la chica.
-No seas estúpido -refunfuñó ella con la voz rasposa-, llévame con un médico y vete a salvar a tu manada.
El pecho de Noah vibró por el enfado que se apoderó de él, pero hizo lo que ella le pedía. Corrió hasta el grupo que se había formado cerca del límite del territorio y la dejó en el suelo. En seguida, dos personas se acercaron a ella y comenzaron a atenderla. Él no quería irse, pero entonces ella rugió y le enseñó los dientes.
-Como no te vayas, voy a ir yo, y se que no quieres eso.
El chico solo pudo mirarla a los ojos antes de darse la vuelta y salir corriendo. Se convirtió en un lobo blanco enorme, uno que apenas podía controlar su ira. Habían atacado a todo lo que él amaba y lo estaban intentando hacer añicos. Sus orejas se movieron en busca del peligro, pero lo único que escuchaba era el sonido de las llamas quemando todo a su costa. Rugió y se dispuso a sacar a todos los miembros de su manada de las casas. Se introdujo en una donde nacía el llanto de un niño pequeño, acompañado por los gritos de un hombre que pedía ayuda. Se arrastró hasta que les encontró, abrazándose en una esquina a la que el fuego no había llegado. El pequeño parecía estar inconsciente ahora y el otro hombre tosía e intentaba tomar algo de oxígeno. Sin más dilación, llegó hasta ellos y tomó al pequeño agarrando su ropa con sus dientes. El hombre le agradeció y se transformó en un lobo gris. Volvieron a la salida y Noah le entregó al niño, señalándole que corriese hasta el límite del territorio, pero cuando iban a comenzar su carrera, un hombre apareció justo delante de ellos.
ESTÁS LEYENDO
She wolf [SHE 1]
WerewolfMakayla es una loba negra. Ser un lobo negro implica ser odiado, perseguido y asesinado. Los lobos negros son fuertes, ágiles, sus sentidos son mejores que los de los demás lobos. Pero nadie les quiere. Makayla lucha por la igualdad de su espe...