16 Epílogo Feliz

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Se despertó y de inmediato apretó los puños. Tomó una bocanada de aire y se impulsó para levantarse. Alguien la frenó, poniendo las manos sobre sus hombros.

-Tranquila, fiera -comentó intentando parecer despreocupado-. Se ha acabado, lo has logrado.

Todo era borroso, pero podía afirmar que aquel chico era Noah.

-¿Dónde estamos? -preguntó intentando identificar el lugar-. ¡Ah! -exclamó de repente, llevándose las manos al costado.

Noah sonrió y acarició la cara de Makayla.

-Llevamos cicatrices a juego, eso es que oficialmente somos pareja, ¿no?

Makayla le dio una mirada de asco y negó con la cabeza.

-Las cicatrices en los lobos no duran mucho, probablemente tú ya no tengas, sería estúpido utilizar eso como signo de que somos pareja -respondió la chica como si aquello fuera lo más obvio del mundo.

Él se quedó quieto, mirándola fijamente. Su respiración se había parado, todo su alrededor parecía estar en pausa y lo único que quería era rebobinar para saber si aquello que había dicho tenía el sentido que él esperaba.

-¿Estás bien? -preguntó entre risas ella

-¿Qué? Yo, sí, bien -dijo tragando saliva fuertemente-. ¿Podrías, eh, aclarar tus últimas palabras?

Antes de que ella pudiera abrir la boca, la puerta se abrió. Un niño rubio entró corriendo.

-¡Mamá!

Ian apartó a Noah y se subió a la camilla. En seguida rodeó con sus pequeños brazos a su madre, a la cual había estado buscando los últimos días hasta que se dio cuenta de que se había ido. El niño se puso a llorar y Makayla le habló suavemente para calmarle. Noah se quedó observando aquella imagen. Era lo que siempre había deseado y lo tenía justo delante de él, al alcance de la mano. No pudo hacer otra cosa que volver a acercarse al borde de aquella cama y poner una mano sobre la espalda de su hijo.

Makayla soltó un quejido apenas audible, pero Noah lo notó en seguida y bajó a Ian de la camilla.

-Ian, ahora hay que cuidar a mamá.

El pequeño asintió y se cruzó de brazos mirando a su madre. La observó desde los brazos de Noah y luego comenzó a reírse inocentemente.

...

El verano helado había pasado y el territorio de Noah estaba casi reconstruido. Los pájaros volvían a silbar y las flores comenzaban a nacer. La nieve se había derretido y los ríos llevaban una gran cantidad de agua. La risa de Ian hacía eco entre los árboles y Noah sonreía cada vez que oía una carcajada suya.

-Odio la primavera -gruñe Makayla-. Y bájame, se andar, estúpido.

Noah pone los ojos en blanco y la sujeta con más fuerza. Al llegar al territorio de Noah se dirigieron hasta la nueva cabaña que habían construido después de que la otra volase por los aires. Los tres entraron a la casa y se pasearon lentamente admirando las habitaciones.

Por fin, cuando Noah dejó a Makayla en el suelo, esta le dio un puñetazo en el estómago al chico.

-Te lo merecías. Y esto -susurró acercando su boca a la del chico-, me lo merezco yo.

Le besó con cuidado y él cerró los ojos aguantando la respiración. Cada vez que ella se mostraba cariñosa, él se quedaba paralizado por miedo a asustarla si hacía algo. Agarró suavemente la cintura de la chica y con la otra mano acarició su mejilla. Unos aplausos hicieron que ambos sonrieran con sus labios aún juntos para darse la vuelta. Ian estaba acompañado por Roy.

-Voy a llevarme a este enano a dar una vuelta. Voy a presentarle a todos los de su edad. Vosotros podéis quedaros aquí, disfrutad de la casa -habló, a punto de reír por el color rojo que las mejillas de su amigo habían tomado.

Cuando salieron de la casa, Noah miró a Makayla y soltó un suspiro, descansando su cabeza en el cuello de Makayla.

-Makayla -susurró- ¿te gustaría estar conmigo para siempre?

-Para siempre es mucho tiempo, pero no me voy a negar después de que hayas recibido un disparo para intentar protegerme. Y además...

-Además ¿qué?

Ella acarició la cabeza de Noah y le besó cerca de la oreja.

-Te quiero. Gracias por haberme cuidado cuando me negaba a dejar que alguien se acercara a mí.

-Te quiero, vamos a ser felices- dijo él, levantando la cabeza dándole un abrazo y uniendo de nuevo sus labios en un beso que, en ese momento, parecía infinito.

Al fin y al cabo, la única cicatriz que persiste y puede usarse como signo de unión es la de un corazón roto que ha sido cuidado a base de amor, la de un corazón que antes ha estado vacío y que ahora, gracias al cariño, se ha ido llenando poco a poco. En cualquier caso, ambos habían hecho un buen trabajo arreglando el corazón roto del contrario.


Fin


Os veo en los agradecimientos. Comentadme lo que pensáis, lo que os esperabais, lo que creéis que pasa después, lo que sea.

She wolf [SHE 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora