Makayla
Intentaba controlarme. A parte de estar destrozada, mis instintos me susurraban al oído, armados con pistola, que destrozase a aquella gente. Mis uñas habían crecido varios centímetros y se estaban clavando dolorosamente en la palma de mi mano. Sentía los colmillos aumentar, profundizando en mi labio inferior. De mi respiración solo se oían los gañidos que salían disparados de mi garganta, poniéndome más nerviosa. No quería volver a matar a la gente a la que había prometido ayudar. No quería que Noah me odiase. No quería que Ian me tuviese miedo. Fui tropezando con todo hasta llegar a una pared en la que había un pequeño armario. Allí guardaba unas pastillas, también robadas, que actuaban normalmente para anular el dolor. A mí, en este caso, me servían de calmante, gracias a que habían sido modificadas para los lobos negros. Esto era algo que solo nosotros sabíamos. Los hechiceros saben hacer cualquier cosa y son los únicos que nos guardan algo de respeto. Estaba a punto de echarme las pastillas en la boca cuando recibí un golpe y estas acabaron en el suelo.
Comencé a temblar y con la vista borrosa divisé a un lobo blanco bastante nervioso. Se convirtió en humano a pesar de la preocupación notable que le inundaba. Ahora Noah se encontraba con su cara casi pegada a la mía y tuve que cerrar las manos para no acabar con él. Gruñí, más loba que humana. Quería que se largase de allí. Cuando no pude resistirlo más, me abalancé sobre él pasando por un doloroso cambio que me hizo querer gritar. Ahora era una bestia salvaje e incontrolable. Sentí como hincaba los dientes y un líquido humedecía mi hocico. Sí, estaba furiosa y aterrada a la vez. Quería parar, pero aquello era demasiado. Nos sumergimos en una lucha terrible. La sala ahora se encontraba patas arriba y ahora, lobo contra loba, nos revolcábamos por ella chocando contra todos los muebles que habían caído. Rugí y conseguí que retrocediera algunos pasos. Comenzaba a estar cansada, notaba los golpes que yo misma me había dado contra esquinas o paredes, pero sabía que él estaba peor, yo al menos no había recibido ni un solo mordisco. Noté que, mi ahora contrincante, cojeaba de una pata. Con una sonrisa lobuna y algo macabra, me abalancé sobre ella y la mordí con ansia. Fue entonces cuando sentí sus colmillos en mi cuello, donde mi armadura había dejado un hueco libre, dejándome inmóvil. Estos no parecían querer soltarse y no iba a sacudirme o acabaría peor. De repente una profunda calma me inundó. Lo entendí todo en cuanto mi loba interior dejó de pensar en matar. Me había marcado. Cuando quitó sus colmillos y dio algunos lametazos no me moví. Seguí sin reaccionar cuando sentí su cálida mano peinar mi pelaje negro. Tragué saliva cuando me di cuenta de que yo también volvía a ser humana.
-No llores, lo siento, de verdad -me asusté al oír su voz, tan humana, tan profunda-. He tenido que hacerlo, perdóname. Puedes rechazarme si quieres, lo siento mucho.
Sentí como tomaba mi cuerpo entre sus brazos y me ponía sentada en sus piernas. Acarició mi cara, mi cuello. Me meció como un bebé y vi sus ojos haciendo un esfuerzo enorme por no llorar. Él sabía que yo iba a rechazarle. En el fondo no tenía esperanza y eso le estaba haciendo caer en un vacío infinito.
-Dime algo -susurró afligido.
-Noah -murmuré con voz ronca. Carraspeé-. Noah, ¿sabes que te quiero? Siento haber intentado matarte -hablé casi para mí misma.
Asintió, como si no pudiese creer nada de lo que yo había dicho.
-No he clavado demasiado los dientes... A lo mejor no...
No quería que siguiese hablando, incluso yo tenía más fe que él, y yo soy casi asesina profesional.
-Cállate. ¿Qué más da cuánto hayas clavado los dientes? Me has mordido y ya está. Te has salvado a ti mismo, no importa lo que hayas hecho.
-Pero Mak...
-Mira, señor alfa, si tantas ganas tienes de que te rechace, puedo hacerlo ya mismo.
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She wolf [SHE 1]
WerewolfMakayla es una loba negra. Ser un lobo negro implica ser odiado, perseguido y asesinado. Los lobos negros son fuertes, ágiles, sus sentidos son mejores que los de los demás lobos. Pero nadie les quiere. Makayla lucha por la igualdad de su espe...