28. About a boy

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Mientras que los tortolitos Pierre y Yuki disfrutaban de la estadía en casa de este último, Charles pasa los días en su casa de Mónaco sin mucho que hacer, esperando a que llegase el fin de semana para el próximo Gran Premio. Se acababa de duchar y estaba tumbado en su cama doble.

Su casa era enorme, y aunque viviese en un apartamento tenía terraza y una piscina privada en ella. Pero no pasaba un solo día sin que se preguntara: "¿Para qué quiero tanto si no tengo a nadie con quien compartirlo?"

Es cierto que parte del dinero que consigue por su trabajo se lo da a su madre y familiares cercanos para que tengan una vida cómoda y sin preocupaciones económicas. Era lo mínimo que se merecían tras haberlo cuidado y amado durante tantos años. Pero el monegasco sentía que faltaba algo en aquella casa. Faltaba alguien.

Hacía años que tenía un nombre grabado en su mente, y no podía borrarlo pese a competir contra él y ser rivales desde que eran niños. Ese nombre era el de Max Verstappen, el mismo que estuvo en esa cama hace exactamente una semana.

La relación entre ellos dos era, cuanto menos, complicada. Max no era muy de hablar que digamos, y no dejaba que nadie supiese de sus sentimientos o pensamientos. Además, su mirada imponía tanto a Charles que este tampoco se atrevía a decirle nada en persona. En cambio, todo era mucho más fácil y fluido si hablaban por el móvil, donde no paraban de chatear, siempre teniendo algún tema de conversación. Pero al estar frente al piloto de Red Bull se quedaba completamente en blanco. No sabía en qué momento había empezado a sentir algo por su rival de la infancia, solo era consciente de lo que despertaban en él aquellos ojos azules.

Hoy, al igual que la semana pasada, Charles y Max habían quedado para verse en el apartamento del monegasco. Eran muchas las ocasiones en las que tuvieron sexo casual y el holandés, sin malgastar más palabras de las debidas, se iba. Al principio eso le bastaba a Charles, solo con tocar y sentir al hombre al que deseaba le era suficiente. Pero ya no. Ahora quería más, quería salir a la calle de la mano con él, quería ir a un parque y hablar sobre cualquier cosa, quería ir a un restaurante y cenar como lo hacen las parejas. Pero no lo eran.

Lo que devastaba al de ojos verdes era que, después de todo, en el paddock Max lo mirara como si de otro rival más se tratase, uno al que debía derrotar a toda costa. Ni siquiera había un segundo en el que lo mirase con el amor que Charles tanto ansiaba.

De pronto, dos golpes secos en la puerta sacaron a Charles de sus pensamientos.

"Ya ha llegado" pensó el monegasco, levantándose bruscamente y yendo hacia la puerta.

Cuando la abrió vio a Max, igual que siempre, con la misma mirada de siempre. Tanto ahí como en las carreras su mirada no cambiaba, parecía un depredador mirando a su presa.

- Hola - Saludó Charles, apartándose de la puerta para dejarle pasar a Max.

- Hola - Respondió el holandés, cerrando la puerta a sus espaldas.

No esperó ni un segundo más para poner sus manos en el cuello de Charles y acercarle, besándolo salvajemente. A eso mismo se refería Charles en su mente, lo máximo que intercambiaban en esos encuentros era ese "hola", para acto seguido pasar a la acción. Pero Charles quería un "te deseo", o quizás un simple "qué tal tu día" estaría bien. Pero el holandés no regalaba palabras, y tampoco había nada que Charles pudiese hacer, porque su cobardía le impedía hablar y expresarse libremente frente a Max. Le daba pánico abrir su corazón y ser brutalmente rechazado por él.

Siempre que quedaban se tomaban la libertad de tocar y hacer lo que quisieran. Max ya conocía aquella casa de memoria, así que entre besos, gemidos bajos y caricias fueron hacia la habitación. Cuando llegaron no había partes del cuerpo contrario que no habían tocado en los segundos anteriores. Ya estando ahí Max tiró a Charles a la cama y se posicionó sobre él de inmediato. La ropa de ambos desapareció en cuestión de segundos y, ya habiendo sacado el lubricante y el condón de la mesilla, estaban preparados.

It's not the end of the story - YukierreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora