Capítulo 25: Mentiras piadosas

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Desde que Mateo se había ido tres meses atrás a trabajar Lucía pasaba más tiempo con sus padres. Les llevaba a Abril en la mañana, se iba a trabajar, regresaba a la hora del almuerzo, iba a trabajar de nuevo, luego buscaba a su hija para irse al apartamento de Mateo. En algunas ocasiones se quedaba a dormir con ellos. Se comunicaba con Mateo todos los días, no dejaba de enviarle fotos de su hija y tampoco dejaba de hablar con él, lo extrañaba mucho, pero por lo que le decía su paciente ya estaba a pasos de recuperarse y pronto estaría a su lado. Por otro lado su trabajo iba a viento en popa, tenía que presentar un caso de menores ante los tribunales y cuando llegara el momento le mencionaría a Mateo su idea de hacer un postgrado. Con respecto a su otro trabajo, eso si era más complicado, estaba ayudando a Martínez para recaudar todas las evidencias posibles para inculpar a Velásqez. También se había enterado que el desgraciado de Raúl había salido en libertad sin enfrentar ningún juicio, esa era una de las razones por la que no quería quedarse sola tantas noches en el apartamento de Mateo. Obviamente su novio no sabía nada de eso porque sino se inquietaría y era capaz de regresarse sin hacerle caso a ningún tipo de objeción. El mes anterior se había tomado dos días libres con ella y cuando era el momento de que regresase Lucía estaría más tranquila.

-¿Y Mateo no piensa regresar?- le preguntó su madre atareada en la cocina.

-Esta mañana me dijo que ya faltaba poco y que el paciente iba evolucionando muy bien.

-¿Tu crees en Mateo?, digo, no es para que te molestes pero, irse tres meses...

-Haber mamá yo sé que es complicado  entender, pero Mateo está trabajando, confío en él, aunque en la noches me rompa la cabeza pensando si alguna mujer de esas quiere quitármelo, pero si nuestra relación es sólida él no caerá ante la tentación.

-Si tu lo dices....

Lucía miró su reloj- Tengo que irme, tengo que revisar unos papeles.

-¿Segura que no quieres quedarte?

-No mamá, tengo unos papeles que revisar y estoy muy atrasada ese juicio me tiene atareada, además mañana tengo que dedicarme a buscar una guardería...

-Te dije que yo podía cuidarla- la interrumpió Mercedes.

-Si mamá pero ¿y si luego empieza a molestarte?

-Entonces te lo diré.

Lucía asintió- Está bien- bostezó- ya me está dando sueño.

Tomó a Abril en brazos y se fue. No sin antes de despedirse de Mercedes.

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Lucía registró el apartamento como siempre lo hacía desde que se había quedado sola, dejaba la niña en su coche a un lado de la puerta al abrir y revisaba la cocina y la sala, luego colocaba a su hija a un lado del mueble y revisaba el cuarto, debajo de la cama, el clóset,  y el baño. Parecía una paranoica pero sentía que tenía que protegerse al igual que a su hija.

Después de revisar todo llevó a su hija a la cama y le colocó almohadas a su alrededor. Luego de que la vió segura se metió a bañar.

Se dejó llevar por el agua que caía por su piel  y el sonido de esta que era muy relajante. La hacía olvidarse por un momento de su preocupaciones y le recordaba los momentos que se duchaba con Mateo. Cuando recorría su cuerpo con simples caricias, cuando se reía o se chapoteaban con las manos. Esos momentos eran únicos. Por un momento se dejó llevar por los recuerdos imaginando que las manos de Mateo recorrían su piel  se sentía tan real hasta que cayó en la cuenta de que el contacto no era imaginario, alguien estaba en la ducha...con ella, su hija estaba sola.

Amor a prueba de balasWhere stories live. Discover now