Capítulo 33: Elecciones

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Una vez que terminaron de comer se levantaron de la mesa y se fueron al apartamento de Mateo caminando ya que a Lucía le parecía absurdo pagar por un taxi que los llevaría a pocas cuadras.

-Mira a quien tenemos aquí- Lucía se giró al escuchar una voz, que por cierto se le hacía muy conocida pero no sabía de donde- la zorrita de la policía.

Mateo miró a Lucía completamente confundido.

-¿Es que no te acuerdas de mi?- preguntó el tipo. De verdad su voz se le hacía conocida de algún lado pero no recordaba  nada, absolutamente nada.

Entonces un recuerdo le llegó volando a la cabeza de golpe.

Algo la golpeó en la cabeza haciéndole perder el equilibrio y cayó al piso dándole la espalda a lo que fuera que la hubiera golpeado. Se giró un poco, pero de inmediato recibió otro golpe, ese había sido aún más fuerte y la había dejado aturdida, no podía ver de quien se trataba, la imagen era muy borrosa, no lograba distinguirla, otro golpe más llegó y solo rezaba porque alguien pasara y los alejara pero su esperanza se desvaneció cuando un sujeto que apareció a un lado de el que la golpeaba, sacó un arma y empezó a dispararle. Tres balazos, habían sido tres balazos, pero cuando apuntó a su cabeza, cerró sus ojos, y esperó a que su fin llegara, mientra pensaba en todos esos seres que tanto quería, Abril, Mateo, Mercedes, Miguel, Julia, su hermano, Laura, Danna, Santiago, y se dejó ir al escuchar dos disparos más.

Ahora si sabía de quien se trataba, el rostro de ese hombre se transformó en el reflejo del hombre  que la golpeó.

-Tú- lo señaló- tu fuiste el causante, tu me golpeaste- mientras le recriminaba se acercaba a él.

-No te acerques más- ese hombre le apuntó con un arma directo a la cabeza- aunque si te acercas más o no igual te mataré.

Mateo quien tenía a Abril en sus brazos llorando tomó a Lucía por su cintura y le dió a Abril. Intentaría dialogar con el hombre para que no le hiciera daño ni a su esposa ni a su hija.

-No se quien diablos te mandó- luego lo pensó mejor- si sé quien te mandó, pero no puedes matar a una mujer por el simple hecho de que le hizo algo a tu jefe, las cuentas se resuelven cara a cara.

-Mateo- lo llamó Lucía, pero ya era demasiado tarde- ¡MATEO!-gritó.

Su esposo se había abalanzado contra el delincuente y estaba forzajeando.

De repente se escuchó una detonación y vió como Mateo caía al piso.

El delincuente la miró y apuntó hacia ella, pero por unos momentos su mirada viajó a Abril quien lloraba desgarradoramente porque seguramente sentía la insguridad y el miedo de su madre.

Él delincuente se marchó corriendo y la dejó sola con el cuerpo de Mateo tirado en el piso. Sin dudarlo  se agachó a su lado y comenzó a hablarle mientras con su mano libre buscaba su teléfono.

-Necesito una ambulancia.

-¿Cuál es su emergencia?- preguntó la voz del otro lado.

-A mi marido le dispararon.

-¿Dónde se encuentra?- Lucía le respondió, le dió la dirección tratando de calmarse lo mejor que podía- Ya le mandaremos  a una ambulancia.

Una vez que colgó le habló a Mateo.

-Maty... Por favor, necesito que te quedes conmigo, yo te quiero, no te vayas, piensa en tu hija, piensa en los tuyos- sollozó- piensa en mi, en tu esposa.

-Y-yo, tam-bién te quiero- sus ojos se cerraron.

-Noooooo- sollozó- ¡AUXILIO! Maty...-le tocó el rostro- no te vayas, no te atrevas a irte. Mi vida no va a ser igual sin ti, por favor Dios, no me lo quites, déjame ser feliz por favor.

Amor a prueba de balasWhere stories live. Discover now