Una vez que terminaron de comer se levantaron de la mesa y se fueron al apartamento de Mateo caminando ya que a Lucía le parecía absurdo pagar por un taxi que los llevaría a pocas cuadras.
-Mira a quien tenemos aquí- Lucía se giró al escuchar una voz, que por cierto se le hacía muy conocida pero no sabía de donde- la zorrita de la policía.
Mateo miró a Lucía completamente confundido.
-¿Es que no te acuerdas de mi?- preguntó el tipo. De verdad su voz se le hacía conocida de algún lado pero no recordaba nada, absolutamente nada.
Entonces un recuerdo le llegó volando a la cabeza de golpe.
Algo la golpeó en la cabeza haciéndole perder el equilibrio y cayó al piso dándole la espalda a lo que fuera que la hubiera golpeado. Se giró un poco, pero de inmediato recibió otro golpe, ese había sido aún más fuerte y la había dejado aturdida, no podía ver de quien se trataba, la imagen era muy borrosa, no lograba distinguirla, otro golpe más llegó y solo rezaba porque alguien pasara y los alejara pero su esperanza se desvaneció cuando un sujeto que apareció a un lado de el que la golpeaba, sacó un arma y empezó a dispararle. Tres balazos, habían sido tres balazos, pero cuando apuntó a su cabeza, cerró sus ojos, y esperó a que su fin llegara, mientra pensaba en todos esos seres que tanto quería, Abril, Mateo, Mercedes, Miguel, Julia, su hermano, Laura, Danna, Santiago, y se dejó ir al escuchar dos disparos más.
Ahora si sabía de quien se trataba, el rostro de ese hombre se transformó en el reflejo del hombre que la golpeó.
-Tú- lo señaló- tu fuiste el causante, tu me golpeaste- mientras le recriminaba se acercaba a él.
-No te acerques más- ese hombre le apuntó con un arma directo a la cabeza- aunque si te acercas más o no igual te mataré.
Mateo quien tenía a Abril en sus brazos llorando tomó a Lucía por su cintura y le dió a Abril. Intentaría dialogar con el hombre para que no le hiciera daño ni a su esposa ni a su hija.
-No se quien diablos te mandó- luego lo pensó mejor- si sé quien te mandó, pero no puedes matar a una mujer por el simple hecho de que le hizo algo a tu jefe, las cuentas se resuelven cara a cara.
-Mateo- lo llamó Lucía, pero ya era demasiado tarde- ¡MATEO!-gritó.
Su esposo se había abalanzado contra el delincuente y estaba forzajeando.
De repente se escuchó una detonación y vió como Mateo caía al piso.
El delincuente la miró y apuntó hacia ella, pero por unos momentos su mirada viajó a Abril quien lloraba desgarradoramente porque seguramente sentía la insguridad y el miedo de su madre.
Él delincuente se marchó corriendo y la dejó sola con el cuerpo de Mateo tirado en el piso. Sin dudarlo se agachó a su lado y comenzó a hablarle mientras con su mano libre buscaba su teléfono.
-Necesito una ambulancia.
-¿Cuál es su emergencia?- preguntó la voz del otro lado.
-A mi marido le dispararon.
-¿Dónde se encuentra?- Lucía le respondió, le dió la dirección tratando de calmarse lo mejor que podía- Ya le mandaremos a una ambulancia.
Una vez que colgó le habló a Mateo.
-Maty... Por favor, necesito que te quedes conmigo, yo te quiero, no te vayas, piensa en tu hija, piensa en los tuyos- sollozó- piensa en mi, en tu esposa.
-Y-yo, tam-bién te quiero- sus ojos se cerraron.
-Noooooo- sollozó- ¡AUXILIO! Maty...-le tocó el rostro- no te vayas, no te atrevas a irte. Mi vida no va a ser igual sin ti, por favor Dios, no me lo quites, déjame ser feliz por favor.
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Amor a prueba de balas
AcakLucía Castillo es una ex policía que abondó su oficio, por ser acusada injustamente de un homicidio de alguien que no conocía. Perdió la credibilidad ante su familia, la confianza hacia los demás, pero ganó una ganas inmensas de proteger a su gente...