Capítulo 17: Visita no deseada

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-Mateo no tienes que obligarme a comer, yo puedo sola- su novio tenía aproximadamente 20 minutos tratando de darle la comida a Lucía.

-Te dije que yo te la voy a dar.

-No eres mi padre- habló ella desafiándola.

-No, no lo soy- dijo coincidiendo- pero si no comes la sopa que sabe muy bien no te vas a curar.

-Recibí un balazo, no un virus- habló Lucía- y si tan seguro estás de que sabe bien,¿ por qué no la pruebas?

Él la probó y sabía... horrible, estaba desabrida y quería escupirla, pero si no la tragaba Lucía ganaría.

-Listo- dijo tragando- está... buena, así que te la comes.

-Eso no te lo crees ni tu mismo- se cruzó de un brazo como una niña pequeña.

-Come.

-¿A cambio de qué?- negociaría si era necesario.

-¿Qué quieres?- preguntó Mateo exhausto de tanta pelea.

-Muchos, muchos besos, antes y después de la sopa asquerosa y desabrida- Mateo intentó rebatir su teoría pero era cierto.

-Está bien- ella se acercó a él y lo besó. Fue un beso lento que luego se convirtió en un beso  desenfrenado que los hacía querer arrancarse la ropa, el le tomó ambas mejillas entre sus manos y ella lo tomó por la nuca para evitar que se alejara.

Lucía captó un movimiento a un lado y detuvo el beso, solo para encontrarse a su hermano, a Miguel y a Mercedes que carecían de expresión alguna.

Mateo se sentía avergonzado, era obvio que sus padres estaban ahí, pese a los malos padres que podían ser, no querría tener que ver a su hija en una escena de esas.

-Perdón por interrumpir- dijo la mujer.

Lucía miró a Alejandro como si quisiera lastimarlo.

Toc toc...

-Pase- la puerta se abrió y entró una enfermera.

Lucía se levantó la manga de su  bata para que la enfermera le suministrara el medicamento.

-Hace un rato estabas reacia a recibir algún tipo de medicamento y más que te anestesiaran- dijo la enfermera contenta de no tener que usar la fuerza bruta.

-Ahora lo necestito- dijo Lucía mirando a sus padres.

-¿Qué hacen ustedes aquí?- preguntó Lucía una vez que la enfermera se marchó- ah, ya sé, vienen a regodearse de que tuvieron toda la razón, que soy una delincuente, y falta poco para que el chamuco me lleve.

A nadie se le pasó desapercibido el tono de sarcasmo que usó Lucía.

-Creo que es mejor que se ahorren sus palabras y que se vayan- Lucía no quería hablar con ellos en ese momento.

-Lucía- intervino Mateo- ¿no crees que es mejor que hables con ellos?- los padres de Lucía estaban en verdad perocupados.

-No quiero- dijo rotunda.

-Te  voy a dejar con ellos- dijo en el mismo tono- y no me hagas caso, que esa sopa asquerosa como tu la llamas va a ser lo único que te van a servir, en el desayuno, almuerzo y cena.

-No serías capaz- lo desafió.

-Ponme a prueba.- y se fue.

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-¿Crees que funcione el chantaje?- le reguntó Alejandro a Mateo.

-No lo sé- al menos todavía no habían salido.

Amor a prueba de balasWhere stories live. Discover now