El mes de febrero por fin se había dignado a llegar; y aunque para Alejandro el tiempo transcurrió mucho más lento que de costumbre, las manecillas del reloj continuaban en movimiento.
Eran las nueve de la mañana con cuarenta minutos, y eran justamente esos minutos extras lo que tenían de haber iniciado la junta. Había pasado una semana desde la reunión con Key... o bueno, con el equipo de Cat People, y si bien este encuentro lo organizo con la única intención de conocer al autor del dibujo que captó su atención; ahora ya podía decir que esta agencia había ganado su puesto dentro de la campaña para el nuevo perfume, que lanzarían en conjunto las empresas Duque y Takashima. Una fusión que no lo hacía del todo feliz, pero a la cual no pudo negarse.
Al principio, no todos los involucrados en el proyecto estuvieron muy felices con el resultado respecto a la agencia de publicidad que tomaría el control de este trabajo; sin embargo, Alejandro estaba seguro en ese momento, que luego de esta primera reunión, muy pocos sino es que nadie volvería a hacer un comentario negativo.
Para empezar, ambos hermanos tenían la mitad del trabajo asegurado gracias a sus personalidades. La manera en la que se desenvolvían por entre las personas era simplemente impresionante; su forma de caminar, porte, voz, incluso las sencillas y oportunas sonrisas que mostraban les hacían lucir encantadores. Lo cual hizo que el español llegara a la conclusión de que eran realmente buenos en lo que hacían, pues la publicidad que se daban ellos mismos era un claro ejemplo de lo que podían lograr.
Sin embargo, lo verdaderamente interesante inició con la junta. Evan había logrado captar en los primeros diez minutos la atención de todos; no nada más lo observaban y pretendían escuchar lo que decía, sino que él realmente los envolvió con sus palabras; para cuando terminó la presentación de quienes eran y lo que su agencia pretendía ofrecer, ya los tenía en la bolsa. Luego llegó el turno de Keyla.
Verla era un deleite. En su mente, Alejandro se dio el gusto de aceptar que le parecía una de las mujeres más hermosas que jamás hubiese conocido; y que observarla con ese atuendo tan ejecutivo le calentaba la sangre... era hombre, no se podía evitar. Pero escucharla le había hecho sentir orgulloso. Era inteligente, y sabía muy bien de lo que estaba hablando; aunque sin duda lo mejor era la pasión que denotaba hacia su trabajo.
Cada palabra que salía de sus labios tenía sentido, y sumergían más en el concepto que querían utilizar para el perfume a los presentes. Ella se movía con elegancia de un lado a otro, mientras explicaba con voz hipnótica cada una de sus diapositivas; y sus ojos verdes, se veían iguales a los del tigre oculto para cazar a su presa, pues destellaban irreales por la luz que reflejaban del proyector.
-Como pueden ver, la campaña se centraría en darles a las mujeres una fragancia que represente esa parte de su alma que intentan mantener oculta, pero que al final del día, todos pueden ver. La astucia de un zorro es algo implícito, la elegancia de una pantera es innegable, y ...
-La belleza de un tigre albino no se puede esconder...-. Comentó alguien interrumpiéndola...
Key apartó sus ojos de la pantalla que mostraba los dibujos hechos por ella, y recorrió la sala buscando al responsable.
-Bueno, entre muchas otras cosas, claro...-. Comentó con un deje de sonrisa en la comisura de sus labios. -Pero me de gusto ver que me siguen en este juego...-. Explicó divertida...
La forma en que el gesto ejecutivo había desaparecido por un instante de sus facciones, hizo que Alejandro también sonriera. Aunque siendo justos, al Cesar lo que es del Cesar, y la belleza que Key mostraba en su otra forma era espectacular.
Durante al menos otra hora, los hermanos tuvieron a todos atentos a su nuevo plan de negocios. Era funcional, práctico, y seguramente sería un éxito si lograban captar la atención de los clientes como lo estaban haciendo con el personal. Además, Antonio parecía ser el más feliz de todos, y siendo él el jefe, suponía que todo iba de maravilla.