CAPITULO XII

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Evan suspiró por quinta vez consecutiva, al escuchar un golpe seco proveniente de la habitación de su hermana, y miró de reojo sobre su hombro; Jun estaba sentado a su lado, con su inmutable seriedad. Aun así, imitó a su acompañante, y también le miró... ambos pasaron saliva para tragarse el nudo en sus gargantas, y volver a respirar...

-¿Por qué no la invitas a comer? o por un café, un trago, una nieve... lo que más se te antoje. Seguro tienes hambre si acabas de llegar...

-Tu hospitalidad y educación son tan impresionantes como siempre...-. Estaban en el departamento de los hermanos, pero ni un vaso de agua se le había ofrecido. -Y paso, me gustaría conservar mi vida por varios años más... Además, estoy seguro que en este momento lo que ella necesita es que su hermano mayor la consuele...

-Tst... Cuando tenía cinco quizás; ahora seguro me arranca la cabeza de un tajo...

Jun volvió a enfocar la mirada en la dirección que conducía a la habitación, y ladeo un poco la cabeza analizando lo que estaba ocurriendo. Probablemente Evan decía la verdad, y no dudaba ni por un segundo de las habilidades de Keyla para dejarlo sin cabeza; pero ese no era el problema, de hecho, ni siquiera el terrible mal humor con el que estaba lidiando la joven era el problema.

Hasta cierto punto la situación le causaba gracia, y tan familiar, que le daba escalofríos solo de recordar lo que había vivido el último año. Pero eso ya era agua pasada, y todo gracias a la hermosa mujer que parecía estar destrozando el mobiliario de su recamara.

El japonés se puso de pie con decisión, acomodó su corbata algo floja, y camino con paso seguro hasta el lugar de dónde parecía salir un aura negra y ruidos infernales. Le tomó más segundos de los esperados poder abrir la puerta.

La cantidad de improperios que salía de la delicada boca de Keyla era sorprendente, Jun de hecho no entendía el significado de más de la mitad de ellos, pero estaba seguro que no relataban un paseo por el campo. Sin embargo, lo más entretenido de todo, fue la imagen en sí. Ella estaba dándole una paliza digna de campeonato al costal de box que colgaba en una esquina de la habitación; pero aun llevaba puesto el vestido con el cual había dado la conferencia, aunque se había quitado los tacones, y su cabello aprovechaba su libertad con cada movimiento. Elegancia y ferocidad mezclándose en una cómica y tentadora escena.

Sus ojos verdes se apartaron del pobre artefacto, con la misma ansia asesina de un depredador natural, y brillaron con ira al instante en que el ruido de la puerta se coló en sus pensamientos; cuando se dio cuenta que era Jun quien estaba parado al otro lado, el fuego se suavizo lo suficiente para hacerle parecer de nuevo una mujer, y su postura se volvió solo unos decibles más relajada.

Takashima notó como todas sus alarmas se encendieron ante aquella mirada, y le costó bastante no adoptar una postura defensiva como respuesta. Cuando dejo de mirarlo como si fuera a convertirlo en su entremés, las palabras comprimidas en un gruñido en su garganta, salieron.

-Vamos por un helado...-. Dijo con la misma frialdad que evocaba la palabra...

Al instante el gesto mal humorado de la joven se transformó en la viva imagen de la duda, y casi pudo escuchar la forma en que sus neuronas comentaban lo que acababa de decir, para verificar que escucharon bien.

-¿Bromeas?-. Jun Takashima bromeando... no era común, seguro su arranque de ira ya los había vuelto locos.

-Depende ¿Te reirás?

-Ja ha ja-. Esbozó plagada de sarcasmo. Verlo con su formalidad comentando esas cosas, en cierto punto sí que era gracioso; solo que el asombro no la dejaba reírse con ganas.

Cazando el DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora