Capítulo 16.

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"El regalo perfecto".

-"Que lo que dije no es mentira".
Esas palabras que me dijo Melody antes de marcharse de casa me dejaron en que pensar, ella de verdad sentía algo por mi, ella me amaba, lo admitió, y hubiese preferido que no lo hiciera. Es decir, me aterrorizaba la idea de amarla, no quedamos, no podemos estar juntos, nunca pensaría en un "nosotros"...

-"Yo te amo"
La voz de ella sonaba una y otra vez en mi cabeza, por más que lo intentara no iba a poder dormir, así que opté por levantarme de mi cama e ir en busca de agua o leche, lo que sea.

-¿No puedes dormir, nene?.- la voz de Sarah hizo que casi dejara caer el vaso con leche que llevaba en mis manos. ¿Desde cuando acá ya no estaba enojada?.

-No, Sarah, la verdad no.- le comente dando un gran trago.

-¿Puedo saber por qué?.- pregunto cubriendo su cuerpo por el frío.
¿Le contaba a Sarah lo que había sucedido ahora con Culebra? Si, Sarah era la que más me apoyaba, debía saberlo.

-Melody me dijo que me ama.- susurre, por un momento creí que no me había escuchado así que la miré.
Sus azules ojos estaban como platos.

-¿Y tú le respondiste...?.- quiso saber.

-Nada, la deje ir.- baje la vista al suelo.

-¿Pero por qué, Dy? Si se nota que tu también la amas.- dijo histérica.

-No lo sé, Sa, quizás no, quizás si.- lleve mi mano derecha a mi rostro y luego a mi cabello.

-Venga, Dy, soy tu hermana mayor, cuidé de ti desde que eras un cachorro, te conozco bien, conozco perfectamente tus huevitos.- al escuchar eso lleve instintivamente mis manos hacia mis testículos, se burlo.- obviamente ahora estan grandes y no sé como esten ni me interesa, el punto es que te conozco, y porque te conozco sé que amas a esa chica, el pequeño gran problema es que te cuesta admitirlo, solo porque tienes miedo que te rompan el corazón, de nuevo.- se acerco a mi y con su suave mano acarició mi mejilla.- , pero al no aceptar que la amas, quien tiene el corazón roto es ella, no tú.
¿Romperle el corazón a Melody? No. Jamás. Nunca le haría daño.

-Quizás tengo miedo.- susurre de nuevo.

-¿De qué en especifico?.- me abrazo.

-De amarla.- dije esto en un susurro que estaba seguro no había escuchado. Pero lo hizo.

-Cariño.- me sonrió.- sabía que la amabas.

-Pero no tendré nada con ella.
Frunció el ceño.

-¿Por qué no?

-Porque no podemos.- me aleje de ella nervioso.

-¿Por qué no pueden?.- insistió. Quería cambiar el tema y sabía perfectamente qué decir.

-Sarah ella mañana cumple veintitrés años, ¿qué puedo regalarle?.- al parecer esa pregunta fue la distracción perfecta.

-Bueno, algo que le guste a ella, ¿qué le gusta?.

-No sé, las chaquetas de cuero, no importa si son cafés, negras, blancas o grises, si son chaquetas de cuero son perfectas, también he notado que le gustan la botas de cuero, los tenis converse y vans, le gusta los jeans ajustados y no tan a la moda, le gustan las motocicletas, le gusta andar las uñas pintadas de negro o azul, también gris, morado o celeste, pero jamás rosa, no le gusta el rosa, le gusta el box, le gustan las carreras de motocicletas, le gusta pergarme, ya sabes joderme la vida, admito que me encanta me que la joda, le gustan los animales y casi no come carne, es más tipo vegetariana, me he dado cuenta que le gusta que sus piesitos así todos tiernos queden sin cubrirse, le gusta que les de el frío, le gusta Rocha, el que compite en las carreras de motocicletas, de hecho mañana estará aquí.- dije sonriendo al recordar lo que le gustaba. Sarah me miro estupefacta.

-¿Qué?.- pregunte encarnando la ceja.

-¿Y no sabes lo que le gusta? En serio, Dylan, no sé como puedes negar que ella no te gusta, acabas de decirme todo eso en menos de ocho minutos, y lo dijiste sonriendo, ya que es obvio que la recordaste, y bueno si le gusta ese tal Rocha ¿por qué no la llevas mañana a verlo correr? Sería un buen regalo.
¡Eso es! ¡La llevaría a ver la carrera! ¡Ese sería el regalo perfecto!

-Gracias, Sarah, me parece una estupenda idea, te amo.- la besé en la frente y sin poder ni querer ocultar la sonrisa en mi rostro fui a mi cuarto y cogi mi móvil.
Busque en mi lista de contactos y encontre "Dereck", rápidamente le di llamar.

Espere unos segundos a que contestara. Quizás no contestaría por lo noche que era.
Sonó y sonó.

-¿Hola?.- dijo este un poco extraño.

-Dereck, ¿cómo andas?.- pregunte tratando de ser cortes.

-Bueno, O'Brien, ambos sabemos que tú, mi amigo, deseas algo, ¿en qué puedo ayudarte?.- ¡BAM! Eso me gustaba. Al grano.

-¿Tu primo aún trabaja para Rocha?.

-¿Simon? Si, ¿por qué?.- pregunto dudoso.

-Es que bueno, necesito que me consiga dos de los mejores asientos para la carrera de mañana.

-Creí que eras más aficionado a Escobar y no a Rocha.

-Cambié de parecer, ¿los conseguirás o no?.- pregunte inquieto.
La línea estuvo en silencio durante unos largos veinte segundos.

-Veré que puedo hacer.

-Sabes que no me gusta ese tipo de respuesta es si o no.- puse los ojos en blanco.

-Si, pero no será nada fácil y sabes que nada es gratis.- ahí esta el peine.

-Tu solo consigueme esos dos malditos buenos asientos, no me importa lo que cueste, pagaré lo que sea.
Lo escuché sonreír. Idiota.

-Bien, tienes dos buenos asientos para la carrera de mañana.

-Aja...¿gracias?.- dije dudoso, yo no era hombre que anda por ahí agradeciendo.

-Wow, calmate, no vayas a enfermarte por eso.- se rio. Yo no.- un gusto hacer trato contigo O'Brien.- colgué. Casi no me gustaba que me llamaran así, es que bueno asi se llamaban las empresas de mi difunto padre, las cuales pasaron a ser mías y por desicion de los tres hermanos O'Brien decidimos venderlas, dieron una fuena fortuna por ellas, obviamente el dinero quedó en mi posesión, yo obtuve la mayor parte de la herencia por ser el menor y el consentido de mamá, así estaba en el testamento. Tengo suficiente dinero como para no mover ni un dedo en toda mi puta vida.

-¿Y?.- dijo Sarah curiosa, asomando su cabeza para verme. Sonreí.

-Tengo el regalo perfecto.

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