Capítulo 22.

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Narrado por Sarah.

En el trabajo.

-Necesitamos hacerte los exámenes, recuerda que la ultima vez nos dejamos engañar.- sonreí y le hice un guiño a Bard, mi paciente más anciano, aunque para sus 98 años está bastante fuerte.

-Tu eres la que sabes, Sary.- me devolvió el guiño.

Sali de la habitación, y me dirigí a otra, la habitación 103-B, Owen es un chico con una actitud positiva, con mucho carisma, con gran entusiasmo, lamentablemente no podía decir lo mismo que dije de Bard, él apenas tiene 16 años, y le quedan pocos por vivir, aunque no puede llamarse vivir a estar los pocos años que te quedan de vida si los pasas en una habitación, en cama, sin poder hacer nada.

-¡Sar!.- saluda con la alegría de siempre al verme.
Le sonrío, ahora se ve tan feliz como siempre.

-¿Y eso?.- señalo los globos que hay a su alrededor.

-¿Lo has olvidado?.- pregunta repentinamente angustiado.
Fingo no saber de qué habla.

-¿Qué cosa?.

-¡Sarah, no!

-¡Sarah, si!.- exclamo corriendo hacia él y haciéndole cosquillas por doquier. Me detengo cuando lo veo llorar de tanta risa.- Feliz cumple, peque.- le entrego la caja que llevo escondida en mi bata.

-¡El video juego!.- asiento.

-Gracias, Sarah, lo he deseado tanto, te quiero demasiado.- me agradece mientras me envuelve en sus brazos.
Limpio las lágrimas que se me han salido.

-No agradezcas nada, Owen.- Owen celebra su cumpleaños cada mes, él dice que lo hace por todos los que no celebrará, la primera vez que lo escuche decir eso se me rompió el corazón en mil y un pedazos, y cada mes, le regalo lo que quiere, no importa lo que cueste, si lo hace feliz, a mi también. No me gusta tomarles cariño a mis pacientes, se van rápido y quedo triste, pero de terca ahí estoy, queriendolos como si fueran mi familia, aunque para mí, son eso, mi segunda familia, el hospital es mi segundo hogar, he vivido la mayor parte de mi vida aquí.

-Doctora, O'Brien, la necesitamos en hurgencias, ya.- interrumpió una de las enfermeras, le asentí y me despedi de Owen con un beso en la frente, el me devolvió uno en la nariz.

Me acerco al grupo de doctotres y enfermeras que hay en un rincón de la sala de hurgencias.

-¿Qué tenemos?.- les digo.
Todos me miran angustiados, al parecer alguien ha llegado muy mal.
La sangre se me hela, y mi respiración se detiene al ver a la chica fuerte de ojos grises, cabellera color caramelo en la camilla.

-Melody...

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