Siento como si todo fuera la mañana de un Lunes y el cielo sea un suspiro.
Con los nervios a flor de piel camino por las calles inundadas del aire de poniente,
y las suelas blancas besan el seco asfalto.
Mi corazón late a toda velocidad, pero no encuentro el pulso.
Y, mientras, espero a que suene en mi cabeza alguno canción mientras las miradas se clavan en mi espina dorsal.
He vuelto a caer, no hay duda.