Al parecer la inspiración tiene sus respectivas piernas y sus propios pies. A lo mejor llevaba calcetines rojos, o de muchos colores, o incluso de esos con dedos. ¿Le gustarían los mocasines, las zapatillas, las deportivas...? ¿Y si le importa muy poco y va a cualquier sitio con pantuflas?
Sea como sea, lo que de verdad le gustaba era la puerta. Tanto que salió por ella.
O saltó por la ventana. Si es que los pájaros son demasiado bonitos, pero eso de querer ser cómo ellos se lo tomó demasiado literal.
Pero sí, la descontenta, extravagante y despeinada inspiración salió por la puerta y cerró con llave.
O, bueno, a lo mejor fui yo la que saltó por la ventana.