Es en esos momentos, volviendo a casa, cuándo me doy cuenta de que no me importas y yo a ti tampoco.
Es confuso.
A lo mejor es cierto eso de que estoy confundida y es cosa de la adolescencia. Pero tengo quince años y siento como arrastro veinte (o treinta) años más.
Me gustaría haber malgastado esos años contigo y no sin ti. Quizá, llegados a este punto, el enfado hubiera llegado más tarde. O no.¡Yo qué sé, si estoy confundida!