Sábado 20 de Abril.
7:00
Marlon y Lorena se habían quedado dormidos en el sofá cama de la sala, abrazados y encobijados. Ana los vio al bajar las escaleras después de haberse dado una ducha matutina para despertarse hace media hora. Estaba lista para preparar el desayuno, ya que a Marlon le encantaba desayunar temprano los sábados también, y mayormente pedía que se le prepare omelet con crema batida y una taza de café descafeinado caliente.
Ana se puso un delantal de cocina, y se ató el cabello hacia atrás tratando de ordenarlo un poco mientras repasaba con la mirada todos los ingredientes que necesitaría y así notar si le hacía falta comprar algo. Todo estaba en orden, habían huevos, vegetales, crema de leche, café descafeinado, azucar y mantequilla. Empezó en su faena tratando de no hacer mayor ruido, pero fue inevitable que los pequeños sonidos de los huevos rompiéndose o la sartén activando la mantequilla, resuenen en el comedor y la sala, cercanos a la cocina, además el olor delicioso invadió inmediatamente toda la casa, haciendo que hasta Bryan se despertara y bajara desde su habitación en el ático hasta la cocina para detectar bien la fragancia de la mantequilla que rechinaba sobre el calor, y normalmente él nunca despierta tan temprano los días sábados.
- ¡Qué delicioso huele mamá! -Comentó Bryan mientras se sentaba en una de las sillas del comedor apoyando su barbilla sobre sus manos que yacían a su vez apoyadas por los codos sobre la mesa, y cerraba los ojos de placer mientras olfateaba suavemente.
- Jajaja, mantequilla hijo, el dulce aroma de la mantequilla derretida. -Comentó Ana divertida por el rostro que su hijo ponía mientras la observaba.
- Entonces ponle muuucha mantequilla. -Pidió Bryan con la misma voz de placer y hambre.
- Así será Bryan. ¿Cómo amaneciste? -Pregunta Ana volviendo a intentar acercarse más a su hijo.
- Muy bien mamá, pero insisto en que tu actitud está siendo muy extraña con nosotros estos últimos días, estás preguntando demasiadas cosas sobre nuestra vida personal. -Añadió Bryan con razón de sorprenderse, pues su madre nunca les preguntaba sobre nada, peor sobre sus vidas personales.
- Si hijito, lo siento, ha sido para mí difícil ser madre, pero voy aprendiendo, por favor tolérame un poco, dime que lo harás. -Rogó Ana a su hijo.
- Está bien mamá, pero sigue pareciéndome extraño.
- Gracias... ¿Quieres pan tostado? ¿O pan suave? -Sugirió Ana intentando cambiar de tema.
- Suave mamá, recuerda mi sensibilidad en los dientes, algo muy duro podría lastimarme. -Le recuerda Bryan a su madre.
- Ah sí, por supuesto, entonces tu comida estará antes que todas.
- Esa es también una buena razón por la cual no me gusta el pan tostado.
- Jajaja
Ambos rieron y Bryan le empezó a ayudar a su madre, preparando la mesa y algunos detalles de la comida.
Lorena se despertó y al ver a su padre roncando recostado en su pecho sonrió con inocencia sobre lo gracioso que se veía él ahora. Ella se soltó del abrazo de Marlon y empezó a caminar hacia el baño de visitas de la planta baja.
- Buenos días. -Saludó con un bostezo que acompaño del estiramiento de todo su cuerpo.
- Buenos días Lore ¿Alcanzaron a ver toda la película anoche? -Pregunta Ana con curiosidad.
- Pues si, aunque papá se quedó dormido antes de que llegue la mejor parte, y tuve que despertarlo seis veces en toda la noche.
- Supongo que debe haber estado cansado. -Sugiere Ana con tristeza y resignación en su voz.
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Al fin Morí
SpiritualUna familia sobresaliente, los Rosermo, un esposo de alta posición laboral (Marlon), una madre y esposa abnegada (Ana) y un par de hijos ejemplares (Lorena y Bryan), es justo como todos imaginamos la familia perfecta; pero ¿Qué tal si damos vuelta a...