CAPÍTULO I

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Corría con todas mis fuerzas, ya no podía respirar, me dolía el pecho, no sé si por la velocidad o por el inmenso dolor que sentía en mi corazón al no poder alcanzarlo; por más rápido que corriera y más alto que gritara su nombre Aless, Aless, el no se detenía. Me sentía desesperada y exhausta.

Con esto comienzo hoy primero de julio a las 9 de la mañana mi querido diario.

He tenido otro de esos extraños sueños, no entiendo qué significan, pero hoy lo que más me preocupa es si existe alguna posibilidad de librarme de esa pesadilla, pero eso va a ser imposible, ni mi adorada madre ni mi mejor amiga Estefany me dejarían faltar el día más importante de mi vida.

No entiendo por qué me siento de esta forma, éste tenía que ser un gran día, un día especial, es mi graduación de bachiller, pero no podía sentirme feliz ni emocionada, la verdad es que me costaba mucho sentirme feliz.
Miro a mi alrededor y se que voy a extrañar este espacio tan mío, mi cama de madera de caoba tallada, mis libros, sobre todo los de Jane Austen, la vista desde mi ventana de los hermosos tejados, el aire frío.

El sonido la puerta al abrirse me obligó a esconder rápidamente mi diario bajo el colchón, tengo que buscar un lugar seguro para el.

—Ángela, querida se te hace tarde, hay muchas cosas que hacer—dijo mi madre con voz emocionada.

Ah, mi madre es mi antónimo, tiene una hermosa melena cobriza, unos enormes ojos verdes, una figura esbelta, elegante y sobre todo es muy sociable. Ojalá me pareciera un poco a ella.
Hoy sentí unas extrañas ganas de hacer algo que odio, mirarme al espejo, quería ver si podía distinguir el cambio que todo el mundo nombraba, quería encontrar algo que me dijera, Angi todo saldrá bien, las cosas cambiarán en la universidad, pero allí estaba; igual que siempre o peor ya que tenía unas enormes sombras debajo de mis ojos de un color malva profundo.

La noche había sido bastante mala, esto ya empezaba a preocuparme, las pesadillas cada vez eran más seguidas y más reales. Tenía más de dos meses despertándome aterrada y sobresaltada casi todas las noches a la misma hora; las dos de la madrugada. Algunas veces ni siquiera podía recordar con claridad que había soñado, solo sabía que era horrible por cómo me sentía al despertar.

Otra vez sonó la puerta y era mí madre.

—Ángela, por Dios no pensaras ir así. Me dijo horrorizada por mis ojeras y mi pelo recogido con una simple cola.

—Mama por favor no quiero maquillarme, sabes que lo odio, y que voy a ser con éste pelo que parece tener su propia personalidad.
Mi pelo era un caso perdido, era rojizo y desgreñado.

—Mi cielo, deja que te ayude te pondré solo un poco de maquillaje y te arreglaré el pelo, hoy es un día muy especial, el fin de una etapa, a partir de ahora serás una adulta y ya no más mi niñita—lo dijo como si se lo creyera realmente, le miré a los ojos y no pude negarme, ella estaba tan emocionada, que era demasiado cruel no darle gusto.

Al terminar de arreglarme me miro con los ojos empañados y con una lagrima a punto de brotar y me dijo:

—Mi niña, te ves preciosa— me sentía como un payaso, esa no era yo, mis pocos amigos no me reconocerían.

Diario de Angela Montenegro
Más tarde el 01 de Julio.

En la graduación, esperaba en mi asiento junto mis compañeros Elena Montalvo y Veronica Montes, esperando oír mi nombre para recibir el estúpido diploma, pensé que en ese momento sentiría la gran emoción de la que todos estaban hablando.

Pero, cuando escuche pronunciar al director el Sr. Rodriguez mi nombre el pulso se me aceleró y al subir sentí que las piernas me temblaban, que el corazón me saltaba como un caballo desbocado, la sangre me subía a la cabeza y sentí un fuerte retortijón en el estómago, sonreí y pensé, ¡será la emoción¡, pero a medida que subía me daba cuenta que no era eso lo que sentía, era terror, lo reconocí porque siempre me era fácil sentirme aterrada, como si en el fondo de mi corazón supiera que mi vida estaba destinada a un trágico final. Enseguida aleje ese pensamiento de mi cabeza, no entendía porque siempre revoloteaba la sensación de tragedia a mi alrededor, tal vez solo era una adolescente patética y cobarde.

El señor Rodríguez me extendió la mano y me entrego con una gran sonrisa el diploma, le di la mano temblorosa, él sonrió y me dijo: Tranquila Ángela es un gran día, seguramente pensó que estaba realmente entusiasmada.

Al acabar la ceremonia, todos estaban riendo o llorando, gritando, pero yo estaba igual con ese mismo vacío en mi estómago, sin sentir ningún sentimiento ni de alegría ni de tristeza, solo me dejaba llevar por los demás y trataba de fingir que era tan feliz como el resto.

Mi madre había planificado una velada perfecta, primero una linda cena en mi restaurante preferido La Bella Italia y luego una gran fiesta en casa.

Ninguna de las dos cosas me apetecían en lo más mínimo, solo tenía ganas de estar sola en mi habitación, últimamente me he sentido bastante decaída y sin fuerzas, es como si estuviera por enfermarme o tal vez solo era el estrés de los últimos días de clases unido a las noches sin dormir bien por esas extrañas pesadillas.

Mis padres eran estaban orgullosos de que su única hija hubiese sido aceptada en una de las mejores universidades del país, así que cualquier celebración era poca para mí, por lo que tuve que sacar fuerzas sonreír y celebrar con ellos.

La cena fue bastante agradable, y la comida deliciosa, aunque no pude comer casi nada, sólo el postre que era mi preferido una deliciosa tarta de queso con arándanos, sentía un nudo en el estómago. Hoy me he sentido más extraña que de costumbre durante toda la cena no pude apartar de mi mente la pesadilla y como si eso fuera poco tenía la sensación de que alguien me estaba vigilando.

Tuve un encuentro en el baño con una mujer guapísima tenía una tez clara, larga y abundante cabellera oscura, ojos marrones y profundos; pero muy rara algo tenebrosa,  me llamó por mi nombre completo y me digo Angela Montenegro, este es el comienzo de la vida que es destinada a vivir. No entiendo que quiso decir y porque esa mujer sabia mi nombre, yo no la he visto nunca en el pueblo. Quise preguntarle, pero se esfumó de repente, simplemente desapareció.
Creo que estoy volviéndome loca.

DESPUES DE MI MUERTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora