CAPÍTULO VI

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Era un domingo precioso hacia bastante sol, estaba allí en mi habitación aburrida sin ningún plan, cuando sentí un ruido y la otra estaba dispuesta a dejarse llevar.

Soplo una fuerte brisa y escuche un susurro en el oído que me dijo no lo hagas amada mía, era una voz masculina, dulce y que me era familiar, me senté apresuradamente y todo mi cuerpo temblaba. Otra vez, mis alucinaciones había regresado, pero ¿por qué ahora que empezaba a sentirme normal y un poco atraída por Sebastián?

—Angi, tranquila no voy a asesinarte no pasa nada—me cogió de la mano dulcemente, creo que pensó que yo estaba nerviosa porque él me iba a besar y desde luego que era mejor que pensara eso a que supiera la verdad.

—No te preocupes pequeña tengo todo el tiempo del mundo para esperar que estés preparada, estoy convencido de que al final caerás rendida en mis brazos— sonrió intentando parecer despreocupado, pero se le notaba confuso y desilusionado.

—Mejor regresamos se hará tarde—ya no me sentía cómoda, habían regresado mis alucinaciones y estaba muy confundida.

De regreso el intentó hacerme reír, hizo gracias y morisquetas, me imagino que trataba de quitar importancia al beso fallido para que no me sintiera culpable y aceptara volver a salir con él.

Cuando llegamos a casa me acompañó hasta la puerta como de costumbre y se despidió dándome un beso en la frente.

—Buenas noches mi niña ya nos veremos.

—Buenas noches Sebastián— me despedí con una sonrisa llena de culpabilidad.

Había comido bastante en la excursión y la verdad que no tenía nada de hambre estaba cansada y preocupada por la misteriosa voz que había escuchado en el valle, así que solo quería ducharme y acostarme y esperar a ver si tenía la suerte de soñar con mi ángel.

Diario de Angela Montenegro
13 de Julio
Me desperté con la respiración entrecortada apunto de hiperventilar y completamente sudada como si hubiera corrido kilómetros, cosa que no sería extraña si realmente hubiera corrido una maratón, ya que mis aptitudes deportivas dejaban mucho que desear, yo era muy intelectual,  pero un poco endeblucha y torpe.

Recordé cada parte de mi sueño, mientras intentaba recuperar mi ritmo cardíaco, en éste sueño me encontraba en el mismo valle en el que estuve  a punto de besar a Sebastián; el chico rubio apareció me tomo de la mano, me levantó y me empujó contra su firme pecho para besarme apasionadamente, pude sentir ese beso con tanta fuerza como si hubiese sido real, después salía corriendo detrás de él hasta que lo veía desaparecer en el horizonte y me quedaba llorando desconsolada.

Esta vez tampoco pude ver distinguir claramente su rostro, pero si pude ver que iba vestido con ropa elegante del siglo XIX,  lo más extraño era que yo iba vestida con un vestido azul pálido de la misma época.

Después de unos minutos pensando en el sueño, sobre todo en la ropa que llevábamos. Concluí que solo se debía a mi reacción  en el campo cuando Sebastián estuvo a punto de besarme y esa misteriosa voz me detuvo; indudablemente eso solo fue un reflejo de mi temor a una relación sentimental con Sebastián faltando pocos meses para separarnos, tenía que ser eso, era una gran cobarde y simplemente me escabullía de la realidad produciendo fantasías románticas, sin duda era eso, me lo repetí unas cien vez antes de caer rendida de nuevo.

Debo olvidarme del príncipe encantado de mis fantasías, tenía que empezar a concentrarme en mi futuro, era mediados de julio y solo  quedan unos dos meses para empezar en la universidad, era hora de madurar,  no quería seguir siendo un bicho raro, porque aquí en mi querido pueblo tenía cinco amigos, pero la cuidad y la universidad iban a ser totalmente diferentes, no me quedaría más remedio que conocer gente nueva y creo que nadie iba a querer andar conmigo si seguía comportándome como una loca.

Lo de ser extrovertida y simpática con desconocidos no contaban entre mis mejores cualidades, la verdad es que no contaba con muchas para hacer amigos, ya que tampoco era demasiado guapa, ni rica y seguro que tampoco la más inteligente, mi única esperanza era que mi futura compañera de piso la señorita Gabriella Rossi, se pareciera un poco a Estefany o a Vanessa y me ofreciera su amistad.

DESPUES DE MI MUERTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora