CAPITULO XV

6 1 0
                                    

Eran ya las siete, en una hora él estaría frente a mi, esta vez sin Gabriella, yo temblaba como una hoja, estaba emocionada, pero aun mas asustada no sabia que esperar de él, aunque le había dicho a Miguel que necesitaba verme, no sabía si Ales también llevaba meses soñando conmigo, si él me recordaba de la otra vida, no sabía si sentía lo mismo que yo. Me aterrorizaba la idea de que él no me amase como yo le amaba. Mi vida se había convertido en algo surrealista, en algo que nunca hubiese podido imaginar, de lo único que estaba definitivamente convencida e irrevocablemente segura era de que estaba perdidamente enamorada de Alessandro.

Alessandro, mi Ales, el hombre mas hermoso de la tierra estaba frente a mí, con su despeinada cabellera rubia, sus enormes ojos del color más azul que hubiese visto jamas, era como si se pudiera ver la bondad de su alma a través de ellos, su boca era como una cereza madura, era como ver a un dios griego en persona, era perfecto, llevaba una camisa blanca muy fina con un pantalón color caqui, era alto y con una figura esbelta, pero robusta, yo me quedé de piedra frente a él, no podía hablar, él me miró fijamente a los ojos y sonrió, era la misma sonrisa de mis sueños, era él, no tenia ninguna duda.

-Hola, Angela, mi querida Angi, por fin te vuelvo a ver- se acercó  me tomó la mano la colocó sobre su mejilla y luego la besó. Yo sentí que me desmayaba, como era posible que una simple caricia suya me desmoronara de esa forma.

-Hola, Ales, no sabes el tiempo que tengo esperando este momento- después de oír mis palabras, sentí vergüenza como podía decile eso, era la segunda vez que nos veíamos. Los dos estábamos tan absortos que ni siquiera nos percatábamos que Claudia y Miguel estaban a nuestro lado era como si el resto del mundo se esfumara, solo estábamos él y yo.

-Bueno, chicos será mejor que nos sentemos y tomemos algo-dijo Miguel interrumpiendo nuestras miradas.

-Si, por supuesto-dijo Ales con esa voz tan dulce.

Nos sentamos los cuatro y Claudia nos sirvió una copa de vino a cada uno y brindamos, yo quería estar a solas con Ales, quería decirle tantas cosas, decirle que le amaba antes  de conocerle, decirle que llevaba mucho tiempo soñando con él, pero no era el momento, él estaba muy callado y no paraba de mirarme con esos ojos llenos de dulzura, en ese momento todas las cosas horribles que podía hacerme Gabriella o Damian no me importaban, si lograba estar junto a él sólo una noche, valdría la pena morir de la forma mas espantosa posible. Nuestros acompañantes empezaron a sentirse incómodos de ver la forma en la que nos mirábamos Ales y yo y decidieron disculparse con la excusa de ir a ver la cena a la cocina. Aunque la intimidad que gentilmente nuestros amigos nos regalaban no eran suficiente, porque la cocina estaba en frente, yo quería cogerle de la mano y salir corriendo de allí irme a una isla desierta donde nadie pudiera encontrarnos jamas, nos quedamos relativamente solos durante unos 20 minutos Ales me tomó de la mano con fuerza y me dijo:

-Esto quizás te parezca una locura o una artimaña para seducirte Angi, pero eres la mujer mas bella que he conocido en mi vida y me siento de una forma inexplicable desde que te conocí, no he podido dormir, no he podido estudiar, no he podido dejar de pensar en ti, te has convertido en una droga para mi, una necesidad, no puedo concebir la vida sin ti- sus ojos brillaban con una mirada  pura y sincera, podía verme reflejada en sus ojos de una manera hermosa.

-Yo, yo... tampoco puedo vivir sin ti- las palabras salían de mi boca como si no pudiera pensar, solo sentir. Me estrechó fuertemente entre sus brazos.

-¿Por qué nos pasa esto? Angi, que es lo que me has hecho.

En ese momento, nos llamó Claudia a la mesa y la odié por la interrupción.

Nos sentamos a cenar tratando de charlar normalmente los cuatro, pero todos estábamos incómodos o por lo menos eso podía percibir seguimos tomando vino,  bebía más de lo que acostumbraba estaba demasiado nerviosa, terminamos de cenar y nos tomamos un café. Miguel intentando darnos más intimidad le dijo a Claudia que tendrían que salir a comprar algo de postre porque lo habían olvidado, yo sabía que era una mentira ya que en la nevera había una deliciosa torta de chocolate, Claudia me guiñó un ojo y dijo:

DESPUES DE MI MUERTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora