CAPITULO XXI

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La mañana siguiente nos reunimos con Claudia para repasar todas las cosas que había encontrado en el ático de casa de mis padres y las que había traído Aless de la casa de los suyos en Italia, lo primero que les leí, fue una hermosa carta escrita por mi antepasada:

Florencia, 20 de Agosto de 1816.

Mi amado Alessandro, mi corazón late con fuerza solo al pronunciar tu nombre y mi alma se estremece al recordar todo a lo que has de renunciar para estar a mi lado, a pesar de que te amo mas allá de mi misma, sé que soy egoísta al obligarte a abandonar tu legado familiar y todo aquello que eso implica, no soy merecedora de tu amor, voz eres el ser mas hermoso, dulce y bueno que existe, no hay una razón lógica para que me améis a mi, una insignificante mujer sin abolengo, ni riqueza, mucho menos belleza comparable a la que posee la señorita Gabriella Rossini, que es la mujer que tu familia desea hagas tu esposa, pero no puedo sacrificarme eres demasiado importante para mi, te ofrezco lo único que tengo, mi corazón, que sin duda alguna dejaría de latir si tu me abandonases, así también te entregaré mi cuerpo y mi alma.

Espero con ansias estar contigo, seré la mujer mas feliz cuando al fin sea tu esposa, no existe nada sobre la faz de la tierra que desee mas que estar junto a ti hasta que Dios nos lleve, y aun después de la muerte estaré a tu lado, la sola idea de que tú puedas morir antes que yo me rompe el corazón, creo que no podría resistirlo, no; no lo creo, estoy segura de que no podría vivir en un mundo en el que tú no existieras, eres mi razón para vivir, eres el aire que respiro, a veces siento que existo exclusivamente para amarte, para estar contigo, simplemente nací para ti.

Siempre tuya Angela

Era sorprendente y a la vez escalofriante como aquellas palabras aunque antiguas, podrían haber sido perfectamente de mi puño y letra, era simplemente lo que sentía por Aless. Era muy extraño, porque aunque estaba totalmente convencida de que amaba a Alessandro Bianchi desde hacia muchísimo tiempo, aun antes de haber nacido, no podía recordar con claridad mi vida pasada, a pesar de que mis sueños cada vez eran mas fuertes y mucho mas claros, no podía encontrar todas las piezas del puzzle, aun no estaba segura si era la reencarnación de mi antepasada Angela Cantivieri y si eso era cierto, porque eramos tan afortunados de tener una segunda oportunidad. Alessandro pensaba lo mismo que yo, era increíble que nuestros antepasados sintieran ese gran amor que nosotros también sentíamos.

Claudia al tocar la carta de la mejor amiga de mi antepasada tuvo una visión y pudo verse a ella misma sentada en el porche de una casa tomando una taza de té, charlando y riendo conmigo, las dos íbamos vestidas con la ropa antigua. Ahora estábamos totalmente seguras de que habernos conocido el primer día de clases no era casualidad, todo estaba entrelazado y escrito en nuestro destino.

Todo lo que teníamos era poco mas de una docena de cartas, una extraña cruz y el cofre de plata. Lo único que decía algo sobre los hermanos era la carta de la antepasada Claudia, pero ni siquiera estábamos seguros de que esa leyenda, no fuera más que solo un antiguo cuento. Alessandro estaba buscando en Internet viejas leyendas de Italia y había encontrado una que encajaba un poco, hablaba de los hijos de satanás, que decía que eran una joven mujer de belleza inigualable y un apuesto joven, que venían a la tierra a buscar la dama y el caballero escogidos por Dios, de alma pura y corazón sincero, con los que tenían que contraer matrimonio para concebir el anticristo, o algo así, esa leyenda aparecía desde tiempos muy remotos en distintos pueblos de Italia con algunas variaciones, en estas hablaba de sus poderes, como los de dominar mentes, pero en ninguna decía como acabar con ellos. Les llamaban, los malditos, los diabólicos y hasta fueron nombrados como vampiros, ya que había gente que aseguraban que nunca morían, aseguraban que estos dos hermanos tenían mucho tiempo en la tierra siendo idénticamente iguales sin que pasara el tiempo por ellos. Estas leyendas o mitos, no eran nada alentadores, si algo de lo que decían era verdad nuestros enemigos debían ser muy poderosos, si nadie de los que lucharon contra ellos en el pasado habían logrado derrotarlos.

En las cartas encontré algunas anotaciones de Alessandro Bianchi, hablaba sobre todo del amor que sentía por Angela Cantivieri, pero también algo sobre Gabriella, él decía que le tenía cierto temor, que era fría, cruel, déspota con los demás, que en ella no había nada de dulzura, de bondad o de amor, que era posesiva y muy extraña, él decía que no podía imaginar su vida junto a ella, y que tampoco podía entender por qué ella quería casarse con él, ya que ni siquiera parecía que le amaba, al menos no como lo amaba Angela. Sus padres estaban obsesionados con ese matrimonio era la oportunidad de unir dos grandes fortunas, además de dos importantes apellidos. Ellos ya habían fijado una fecha para la boda, el 10 de octubre de 1816, se casarían, por esa razón Alessandro le había pedido a Angela Cantivieri que se casaran a escondidas y huyeran antes de esa fecha, habían decidido hacerlo el 14 de septiembre, ya habían hablado con un sacerdote que estaba dispuesto hacerlo, estaba todo preparado

La mañana del 13 de septiembre Gabriella había estado en casa de Alessandro, reunida con Isabella la madre de su prometido con los preparativos de la boda, y había aprovechado para hablar un momento a solas con él y le dijo: eres mio, jamas podrás alejarte de mi, ten cuidado con lo que haces porque alguien podría salir herido. Alessandro, le había sorprendido mucho la advertencia o amenaza de su prometida, porque él estaba convencido que nadie conocía su amor secreto, solo Claudia, el sacerdote y ellos dos sabían que al día siguiente él huiría con su amada Angela, así que no podía entender porque ella le había dicho eso.

Luego escribió que ella volvió a interceptarlo en el comedor para decirle que le esperaba después de la comida en los establos, que le perdonara por el comportamiento de esa mañana, que sabía lo que estaba pasando y que tenían que hablar de ello. La sola idea de verse a solas con ella le daba terror, mas si ella sabia que él amaba a otra, pero tenía que ir, escribió literalmente: quizás todo está en mi cabeza y Gabriella no es tan mala como pienso, tal vez ella no quiera contraer matrimonio si sabe que amo a otra mujer y que nunca podré amarla. Esa era la última anotación que encontramos. Cuando se lo comenté a Aless, me dijo que ese había sido el día que encontraron a su antepasado asesinado en los establos y habían condenado a Angela Cantivieri, porque la habían encontrado con las manos y la ropa manchadas de sangre justo al lado del cuerpo sin vida de Alessandro Giorgo Bianchi. Ya no había duda Gabriella había asesinado a su prometido al enterarse de que iba a huir para casarse con Angela Cantivieri, pero ¿como había logrado que Angela estuviera justo en el lugar y momento de su muerte?

Seguiamos pensando que dentro del cofre tenía que haber algo importante, pero habíamos intentado abrirlo con la cruz y no lo habíamos logrado, encajaba, pero no daba vueltas, era como si estuviese trabada.

Esa noche seguía escudriñando las notas, las cartas en busca de una pista, pero nada de repente se desató una terrible tormenta que me dejó sumida en una total oscuridad, me quedé petrificada del miedo en el sofá, me encontraba sola, porque Aless estaba en la biblioteca haciendo un trabajo de la universidad y Claudia estaba visitando a su madre, era la primera vez desde la muerte de Sebastian que estaba sola por la noche, de repente escuché un ruido, era como algo mas o menos pesado que se caía, lo había escuchado muy cerca de mi, toqué la mesa a ciegas con la mano y con los papeles en la otra mano para cerciorarme que todo estaba allí, recordé que tenía el pequeño cofre encima de la mesa, pero no lo encontraba en la oscuridad, así que me armé de valor y me fui a la cocina a buscar una linterna, cuando puede alumbrar la mesilla me di cuenta que el cofre era lo que había en el suelo, lo que era muy extraño, ya que aunque pequeño era pesado y tampoco había corrientes de aire como para tirarlo al suelo, es mas las ventanas estaban cerradas, eso me asustó mucho, al levantarlo del suelo noté que algo en la parte inferior se movía, como una tablilla suelta, la presioné hasta que salió, era como un compartimiento secreto un doble fondo o algo así,
este abrió, dentro había un pequeño libro con una tapa en terciopelo azul con las iniciales A y B.

DESPUES DE MI MUERTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora