CAPITULO XI

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Allí estaba mi nueva mejor amiga, como me llamaba ella, impecable en su propio estilo despreocupado, como podía estar tan linda vistiendo como una imdigente, le sentaba tan bien, yo no tenia estilo ninguno, aunque a su lado tampoco me sentía la mas guapa, ella no me hacia sentir inferior, al contrario estar a su lado me producía paz, era como si fuéramos amigas de toda la vida, me moría por contarle todos mis secretos y hacerle un exhaustivo interrogatorio sobre el mejor amigo de Miguel, pero no, aunque estaba cómoda hablando con ella aun no estaba preparada para abrirme de esa forma, para mi siempre había sido muy importante controlar mis sentimientos y reprimir mis secretos ante mi familia y mis pocos amigos, evitar a toda costa que pensaran que era aun mas rara, de lo que ya se habían dado cuenta.

Las clases transcurrían sin problemas los profesores parecían exigentes, pero yo era una buena estudiante y estaba fascinada por la grandeza de la universidad y sabia que no iba a tener mayores problemas si seguía siendo dedicada y responsable, pero sin poder evitarlo me encontraba distraída y me sorprendí a mi misma absorta en mis pensamientos un par de veces, se me estaba haciendo difícil concentrarme, no podía dejar de pensar en que él estaba allí, y eso me aterraba. Durante el desayuno con Claudia, me perdí soñando despierta en que él me veía y se acercaba y me decía: tengo mucho tiempo soñando contigo, al fin te encuentro mi amada.

-Angi, ¿estás aquí? Tierra llamado a Angi- me dijo, pero yo tardé unos segundos en reaccionar estaba perdida en mi sueño.

-Si-le respondí un poco enfadada de que me despertara de mi dulce sueño.

-Estas muy distraída, se puede saber en que piensas, no me digas que te ha gustado algún chico ¡o un profesor¡.

-¡No¡, claro que no, es solo que aun no puedo creer que esté aquí-le metí descaradamente y ella me miró con cara de no me lo creo.

-De verdad no me pasa nada- volví a mentir, no estaba preparada para decírselo.

-No te creo, pero ya me contaras cuando te sientas preparada- sonrió con picardía, era como si pudiera leer mi mente, quizás también lo hacia y no me lo había contado.

-¿No vas a ver a Miguel? - intentaba que cambiara de tema.

-No, lo veré en casa, él está en su facultad y en sus cosas, así nos extrañamos y es mejor el reencuentro ¡ja ja ja¡.

-¿Por qué?.

-Por nada simple curiosidad.

-Vamos a clase, ya se hace tarde.

Después de las clases me invitó a su casa, pero le dije que tenia que llamar a mi madre y que también quería conectarme con mis amigas del instituto, la verdad me daba un poco de vergüenza estar dos días seguidos en su casa y también quería repasar lo que habían dado en clase, porque gracias a mis divagaciones no había presentado suficiente atención.

Cuando llegue a casa Gabriella estaba haciéndose una ensalada, estaba tan hermosa como siempre no la veía desde el día anterior a primera hora cuando fuimos juntas a la universidad.

- Hola, Angi, apareciste, ya me estaba preocupando- fue irónica y su expresión era como si le agradara la idea de que desapareciera.

-Hola, Gabi, lo siento no quería preocuparte, pero ayer me fui a casa de una amiga que estudia conmigo y hoy me fui con ella.

-Pensé que no conocías a nadie en la ciudad- me dijo confundida.

-La conocí ayer- le respondí insegura, la verdad no se ni porque le doy explicaciones.

-¡Ah¡ y ya son buenas amigas-me dio la espalda y se fue al salón a comer, creo que estaba molesta, pero la verdad no estaba segura, ella era tan fría cuando me hablaba que no podía leer sus expresiones.

Me calenté unos raviolis con ricota y pera, pensé que seria buena idea irme a comer con ella, quizás estaba siendo demasiado exagerada y ella no era la bruja malvada que yo pensaba, tenia que hacer un esfuerzo para llevarnos bien, al fin y al cabo era la dueña del apartamento donde vivía, me senté a su lado, pero ella no dijo nada, ni siquiera me miró, esas eran las cosas que hacían tan difícil que nos lleváramos bien, terminó de comer antes que yo y de repente me pregunto:

-¿Quieres un café o un té? - era como si acabara de darse cuenta de que estaba allí y tratara de encontrar un tono diferente para hablar conmigo, su voz era dulce.

-Si, un café gracias- trajo el café en unos minutos, justo en el momento que terminaba de comer.

-Cuéntame, ¿Qué tal tu primer día? ¿Has conocido a algún chico especial? - su voz denotaba verdadero interés, sobre todo en la ultima pregunta.

-Bien, la universidad es tan grande que impresiona un poco, ya hoy tengo tantas cosas que repasar, y chicos no, la verdad no me fijo mucho en ellos- ella seguía intrigada, me daba la sensación de que esperaba o temiera que conociera a alguien, era muy extraño.

-Pero, tú no tienes novio, ¿es que no te gustan los hombres? Se río.

-Si claro, pero no estoy interesada en buscar novio ahora- la situación se me hacia cada vez mas incomoda.

-Tal vez es que no has conocido al hombre de tus sueños- volvió a sonreír-yo te puedo presentar a mi hermano, seguro que te gustará y estoy convencida de que harían una pareja genial- ¡su hermano¡ ¿por que de repente le interesaba emparejarme con su hermano?, estaba confusa y no sabia que contestar a eso.

-¿Tu hermano? A no lo se, no creo que... bueno cuando quieras me lo presentas- no quise parecer antipática, era la primera vez que parecía que yo le agradase, así que no pensaba estropearlo, conocer a su hermano tampoco me mataría y lo mas seguro era que él no se interesara en mi en lo mas minino.

-Perfecto, Angi, ya te lo presentaré, estaría bien, así podríamos salir los cuatro- se río de una manera muy complacida como si esa idea le tranquilizara.

Me levanté a lavar los platos para irme a la habitación a estudiar, me despedí diciéndole que tenía cosas que hacer y que hablábamos mas tarde.

En mi habitación, aproveché de llamar a mi madre, le conté lo bien que había ido mi primer día de clases, le conté sobre Claudia lo agradable que era y ella se alegro mucho de escucharme entusiasmada por mi nueva amiga, me dijo así no estaría tan sola para mi cumpleaños. Faltaba un mes, nunca había pasado ningún cumpleaños lejos de mis padres y sin mis amigas Estefany y Vanesa, que siempre intentaban hacer algo para celebrarlo, este iba a ser muy diferente, la idea de poder pasarlo con Claudia me reconfortaba.


DESPUES DE MI MUERTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora