CAPITULO XXII

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Todo era un poco mas claro, aunque no mas fácil el dolor de los recuerdos de esa época me ahogaban, pero tenia que sacar fuerzas y seguir adelante el tiempo no estaba a nuestro favor y la aparente calma de los últimos días solo podía presagiar algo horrible, las noches posteriores a aquella fueron un verdadero infierno, no pude comer, no pude dormir, las pesadillas eran de tal realismo que me despertaba en mitad de la noche con la adrenalina por las nubes, todas eran muy parecidas me perseguía Gabriella con la cara desformada, sus ojos eran totalmente negros, con grandes ojeras violetas, los dientes eran puntiagudos y no dejaba de soltar una carcajada estridente, en esos sueños me gritaba en un lenguaje extraño, oscuro e indecible, me amenazaba con una daga plateada, oh la daga, ese último sueño me hizo recordar algo, me levanté de la cama corriendo sin prestar atención a Alessandro que me llamaba preocupado, la noche de mi visión, había encontrado un pequeño libro de tapas azules, con todo lo sucedido, lo nerviosa y débil que me encontraba lo había olvidado, debió caerse entre los cojines del sofá, rebusqué hasta que lo encontré, a mi lado estaba Alessandro, que no se separaba de mi ni un momento, me miró con cara de preocupación por mi extraña actitud y yo simplemente le enseñé el libro.

¿De donde salio? ¿De quien es?

lo encontré la noche de mi visión, antes de entrar en ese extraño trance, estaba escondido en el pequeño cofre, en un doble fondo que tenia, debió caerse sin darme cuenta y lo había olvidado, hasta esta noche que lo recordé no se como- la verdad mi pesadilla no tenia nada que ver con ese libro.

Voy a ser café, para revisarlo.

A y B- dijo Aless pensativo.

Alessandro Bianchi, este diario era de mi antepasado, estoy seguro.

¿Como lo sabes? Las iniciales son A y B, no G y B.

Si, pero mi abuelo me contó de un diario escrito por mi antepasado tío abuelo, o lo que sea, expresamente para mi; me dijo que cuando lo encontrara, lo reconocería inmediatamente y este tiene mis iniciales.

También las de tu antepasado, podría ser de él.

No lo creo, ya hemos leído su diario hasta el día de su muerte.

No deberíamos esperar a Claudia.

¿La vas a despertar a las dos de la madrugada?

No.

Pues yo no pienso esperar hasta mañana- dijo Alessandro desesperado.

Leímos el diario, hasta el amanecer, en el, Giorgio Bianchi el hermano pequeño del antigua Alessandro; del que Angela Cantivieri había sido institutriz, escribió toda las averiguaciones que hizo durante toda su vida, porque nunca pudo creer la versión oficial de la muerte de su hermano, quería demasiado a Angela para creer que fuera capaz de algo tan despiadado, además era el único de la familia que conocía los verdaderos sentimientos de Alessandro, quizás por eso de que los niños pueden percibir la maldad mejor que los adultos a él jamas le gustaron los hermanos Rossi, en las primeras anotaciones cuando todavía era un jovencito decía que no soportaba verlos a los ojos, que era como mirar a un abismo oscuro y tenebroso.

Giorgio Bianchi de adulto dedicó gran parte de su vida a viajar por Italia y otros países de Europa, sobre todo Europa del este, viajó por Rumanía y Hungría, estudiando viejas leyendas y mitos, sobre vampiros, demonios, hijos de la noche, ladrones de almas y cuantas otras coincidían con lo que él pensaba que eran los Rossi, ya que también fue la única persona que escuchó lo que decía Claudia, quien después de mi muerte se dedicó a culpar a los Rossi, diciendo que ellos no eran humanos, ella le contó a Giorgio sobre los descubrimientos que había hecho en Roma y Napoles sobre ellos, así que él le creyó y siguió su investigación.

DESPUES DE MI MUERTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora