Capítulo XIII

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Estaban cenando perdiz acompañada por guisantes y puré de calabaza. Lo que Elise hubiera disfrutado mucho si tan solo hubiese probado bocado...

Todos en la mesa reían a carcajadas de las anécdotas que su padre contaba sobre su niñez; travesura tras otra.

Elise jugueteaba con su cabello recogido en una larga trenza, aunque se había desarmado por el constante movimiento de la muchacha.

Habían pasado ya tres días desde su encuentro con Oberyn, y el padre de este no había vuelto de cacería todavía.

Ésto solo conseguía impacientar a Symond. Sin embargo, se lo veía bastante feliz y entretenido en compañía de Doran. Habían pasado la mayoría de los días juntos, conversando y jugando al sitrang.

Elise se alegraba de que por fin su padre encontrara algo de alegría luego de todo lo que había tenido que padecer, y podía escuchar como cada uno de los presentes en la habitación reían como locos ante las historias que este contaba.

Elise hizo un esfuerzo en escuchar, en prestar atención, pero lo único que conseguían buscar sus ojos era a Oberyn Martell...

Por más que intentara evitarlo estos se dirigían hacia él, que estaba ubicado al final de la mesa larga de madera junto con una mujer como si fuera una costumbre para él hacerlo.

La mujer que acompañaba al príncipe tenía el cabello color arena, ojos avellana y un rostro cubierto de pecas. Elise no la consideró particularmente atractiva, ni bonita, pero era agradable y sin duda Oberyn se sentía a gusto con ella; desde que la cena había comenzado no hacían más que conversar y dedicarse miradas profundas, de una manera muy...cariñosa.

Elise quería apartar la vista, pero estaba hipnotizada por aquello, por él...

Y todos en la sala rieron nuevamente en volumen muy alto, todos menos Oberyn quien estaba muy ocupado con su acompañante y Elise. Ella, que notó las carcajadas, sonrió también para demostrar que estaba atenta a la conversación y no a...otras cosas.

De repente pudo ver que el príncipe Oberyn se acercaba más a la mujer y susurraba algo en su oído. Ésta sonrió de manera juguetona rozando su mano en el hombro del príncipe.

¡A nadie en la sala parecía llamarle la atención aquello! ¿Solo a ella? «¡Dioses!».

Elise los miraba de reojo mientras fingía estar siguiendo la conversación. Se acomodo en su asiento para poder verlos con mayor claridad. Sin ser muy obvia, claro.

Oberyn comenzó a besar el cuello de la mujer y cada vez que sus labios se separaban de la piel de está decía algo en un volumen muy bajo. Elise no pudo entender qué...

La rubia solo sonreía y se mordía el labio.

Elise se perdió en sus pensamientos. Una parte de ella se sentía disgustada, pero la otra...se moría de curiosidad. Deseaba que esa mujer fuera ella, y que Oberyn estuviese besando SU cuello. La idea le produjo un cosquilleo en el estomago y la hizo sonreír avergonzada..

De tanto divagar...perdió la noción de que no había apartado la mirada de ambos en un largo tiempo, demasiado. Y en ese momento, en que el príncipe se encontraba muy concentrado en lo que hacía, desvío rápidamente su mirada (la cual permanecía en el cuello de la mujer) y, por el contrario, la dirigió nada menos que a Elise.

La joven se paralizó, todas las partes de su cuerpo se tensaron. No supo que hacer.

Pero lo más impactante fue que él no se detuvo, y Elise no pudo quitar la mirada de esos ojos.

Oberyn besaba lentamente el cuello de la mujer, la cual sonreía satisfecha sin notar que la mirada de éste estaba fija en la muchacha Dorlaihs.

Sus labios recorrían lentamente la piel blanca de la mujer y, con una sonrisa perversa en el rostro, clavaba los ojos en la joven, seductor...

El Sol de DorneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora