Capítulo XXIII

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Despertó aquella mañana a causa de un movimiento brusco que sintió en la cama, algo que la asustó y sorprendió de manera repentina. Elise podía ver por los ventanales lo oscuro y estrellado que se encontraba el cielo afuera, le hacia pensar que estaba en paz...

En ese momento fue cuando se percato de que alguien más estaba en su cama con ella, lo pudo sentir respirar y moverse a su lado. No entendía absolutamente nada, hasta que recordó: luego de lo ocurrido con Oberyn él se había quedado a dormir en su habitación con ella. Elise sonrió instintivamente al recordar aquello y se giró en la cama para quedar frente a él. La muchacha se desperezó dejando escapar un leve bostezo. Pudo notar que Oberyn la observaba con los ojos cansados y éste dejó escapar un quejido mientras se movía para acercarse a ella. Elise rió. Oberyn la rodeo con sus brazos para atraer la hacia él y Elise se dejó llevar mientras él acariciaba su espalda con sus dedos. Ella hacia lo mismo en el pecho al descubierto del hombre.

—Buenos días —dijo Oberyn con la voz ronca, causada por el recién despertar.

—Buenas noches —corrigió la muchacha abrazándolo y pegando su rostro al cuello del hombre, aspirando su aroma. Luego refregó su rostro en él, lo que causó que una risa escapara de los labios del príncipe.

—Me haces cosquillas —dijo él al sentir la respiración de la muchacha en su cuerpo, y con su brazo la atrajo más para pegar su cuerpo al suyo—. ¿Cómo te encuentras?

Ella lo observaba con ojos fatigados y una sonrisa picara.

—Bien...—respondió sin quitarle la vista.

Oberyn sonrió complacido.

—¿Qué te ha parecido? —preguntó Oberyn rozando con las yemas de sus dedos la espalda de la muchacha. Ella sonrío todavía fatigada por el sueño.

—Fue...—Elise no pudo terminar la frase—, ¿a ti qué te pareció preguntó ella. Oberyn rió.

—Todavía no me has respondido —advirtió él haciéndole cosquillas con en el cuerpo a la joven—. No sabría decirle Lady Dorlaihs, debería probar otra vez para estar seguro —respondió él, y cuando término de hablar volteó la joven con sus brazos para quedar sobre ella.

Elise sintió la erección del príncipe en en la pierna y se asombró. Oberyn la besó con ternura.

—Me muero de hambre —dijo ella separándose del beso y sintiendo el calor invadir su cuerpo repentinamente. Oberyn sonrío picaron.

—Yo también pero no de comida —anunció él causando una risa por parte de Elise al mismo tiempo que este besaba su cuello y por detrás de sus orejas. Escalofríos recorrieron su cuerpo en aquel momento.

—Oberyn —dijo ella en tono de petición, mirándolo a los ojos. El príncipe rió entre dientes.

—De acuerdo, haré que preparen algo para comer y luego seguimos, ¿está bien? —preguntó él dándose por vencido. Elise asintió y entonces el príncipe se levantó de la cama y tomó los pantalones que había dejado en el suelo. Se los puso para finalmente salir de la habitación sin borrar la sonrisa de su rostro.

Elise se quedó sola en la habitación, esbozando una sonrisa pícara. La joven se levantó de la cama al igual que el príncipe y se dirigió hasta el espejo, terminó contemplando su reflejo: tenía el cabello alborotado, los ojos cansados, las mejillas sonrojadas. Sonría recordando y haciéndose consciente de lo sucedido.

Lo había pasado tan bien, Oberyn la hacia sentir así. No pensó en ningún momento en el que algo en toda su vida le había causado aquellas sensaciones, se sentía viva. Algo en ella había crecido, había cambiado y la idea le agradaba.

El Sol de DorneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora